En la casa de modas se acostumbraba a trabajar los sábados hasta el medio día. A los trabajadores se les pagaba el día completo, por lo que era beneficioso para ellos.- Buenos días, Martina. - saludó Victoria al entrar.
- Hola Victoria, te ves muy bonita. - avisó con una sonrisa sincera.
- Eres muy amable. - sonrió con alegría.
- Algo me dice que pasaste una buena noche. - insinuó.
- Ay, Martina, no imagines cosas. ¿El señor está? - preguntó cambiando el tema.
No quería admitir que, verdaderamente sí pasó una buena noche, y menos recordar gracias a quien.
- Sí, ya mismo te comunico.
- Gracias.
Segundos después cerraba la puerta de la oficina presidencial.
- ¿Estás ocupado? - cuestionó desde la puerta.
- Realmente no, ¿necesitas algo? - no evitó escanearla de arriba abajo, y su entrepierna se emocionó con el simple acto.
- Sí, necesito... - hizo una pausa para humectarse los labios con su propia lengua, consciente.
- Siéntate. - ordenó, agitado.
Ella así lo hizo.
Si con sólo verla sus hormonas se alborotaban, ahora viéndola hacer esos sensuales gestos obtenían de él los pensamientos más calientes de su vida.
- Como te decía, necesito hablar contigo. Estoy terminando los últimos detalles del boceto principal y fui a la sala de confección para asegurarme de tener la tela que voy a utilizar, pero esta se acabó.
- ¿Le preguntaste a Pipino si no había más de repuesto?
- Lo hice, y me confirmó que se acabó.
- ¿Y por qué no lo dijo antes? - gruñó. - ¡No podemos quedarnos sin material de trabajo!
- No te exaltes, seguro que no se percató a tiempo. Hemos estado trabajando mucho y...
- ¡Esa no es excusa!, precisamente porque tenemos mucho trabajo por hacer es que no podemos perder de vista detalles de gran importancia.
- Dionisio, no creo que sea para tanto.
- Yo sí lo creo, y punto.
- ¿Y qué hay del distribuidor?
- Los pedidos se hacen anticipados, es casi imposible que él se encargue de traer la tela en este momento.
- Algo podemos hacer...
- Ve a tu casa y empaca una pequeña maleta. Salimos esta noche a comprar esa maldita tela. Nos vemos en el aeropuerto a las cinco. Ah y pregúntale a Pipino si hace falta algo más para variar. - ordenó con seriedad.
Victoria no se opuso, lo mejor era hacer lo que él pedía.
No llegó a su casa, al salir de la empresa fue directamente a la comisaría.
- Hola, Ernesto, necesito hablar con Osvaldo.
- Pasa hermosa. - dijo en un tono de voz realmente fuera de lugar.
Después de recibir la autorización de Osvaldo al otro lado de la puerta, ella entró y saludó.
- Victoria, qué sorpresa ¿pasa algo? - la recibió sorprendido pero feliz de verla.
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Pasión Infiltrada...
FanfictionLa oficial Victoria Gutiérrez usará sus encantos, seduciendo al mafioso y al que todos creen peligroso, Dionisio Ferrer. Ella se infiltrara en forma de pasión, y la pasión se infiltrara en forma de amor. La delgada línea entre lo legal y lo ilegal...