Capítulo 35

408 44 16
                                    


-¿Y bien? ¿Qué vas a decirme, mi amor?

-Victoria.... Me voy del país.

El sonido del vidrio cayendo contra el piso se escucha en la pequeña estancia. Victoria había dejado caer las tazas a causa de la impresión, él se acercó e intentó recoger los pedazos.

-No, deja ahí. Dionisio, ¿escuché bien? - lo sostuvo del brazo, había ansiedad en su voz.

-Antonio me trasladó a Nueva York, al parecer Padilla tiene negocios en el país.

-Te vas. - susurró.

-Mañana. - agregó suspirando.

Victoria intentó hablar, mas el nudo formado en su garganta se lo impidió.

-Yo sé que no podemos vernos tanto como quisiéramos, pero irte... - lo último lo dijo con la voz ahogada, sus ojos no tardaron en nublarse de lágrimas, y es que la posibilidad de alejarse se presentaba como una catástrofe.

Dionisio la abrazó fuertemente contra su cuerpo, cerró los ojos e inhaló la fragancia de su cabello.

-No quiero que te vayas. - lloraba.

Ninguno de los dos lo dijo, pero sabían de que inevitablemente su relación no podía seguir, sin embargo ella no quería imaginarlo siquiera.

-No llores, mi amor.

-¿Sabes lo que significa irte? No podríamos vernos nunca, tú allá y yo aquí sin poder viajar para verte, no tendríamos tiempo para una llamada, tú con tus ocupaciones y yo con las mías. ¿En qué momento tendremos tiempo para nosotros? ¿Cómo lo resolveremos?

-Victoria yo seguiré amándote a pesar de la distancia, y cuando volvamos a estar juntos nos casaremos y viviré para ti.

-Dime que no es un adiós definitivo, dime que me extrañarás...

-Te extrañaré cada maldito segundo lejos de ti, y prometo que volveremos a estar juntos, no sé cuánto tiempo nos tome...

Ella guardó silencio por un par de segundos, asimilando la noticia.

-¿Podríamos olvidar, por esta noche, que acabamos de terminar nuestra relación? - le pidió con el corazón desbocado, una última noche de amor era la que pedía, una en donde imaginarían que nada había cambiado.

Dionisio manifestó su respuesta besándola, exigió sus labios con ferviente necesidad e hizo uso de ellos a su antojo, luego recordó de que sería la última vez (en quien sabe cuánto tiempo) que la besaría, entonces bajó la intensidad y se permitieron acariciarse los labios con ternura.

En la habitación las manos de Dionisio trabajaron para despojar cada prenda, una a una, del cuerpo de Victoria, y esta siguió sus mismos pasos, y así acabaron desnudos los dos. Se observaron sin discreción grabando el más mínimo detalle en su mente. A él le encantaba el cuerpo femenino, no había obra artística que atrajera tanto su atención, y para ella no había cuerpo masculino más perfecto que el de él. Además de la vista el sentido del tacto se unió a esa travesía, sus manos recorrieron el cuerpo ajeno con adoración, inevitablemente aquellas partes sensibles respondieron a las caricias. Volvieron a besarse al mismo tiempo que Dionisio la alzaba por los muslos, ella se aferró a él. Sus senos apretados contra el pecho masculino y las manos de él ahora en sus glúteos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 07 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Pasión Infiltrada... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora