Capítulo 17

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El clamor desesperado de sus vecinos que intentaban apaciguar el fuego, fue un llamado a Victoria, y así salió de su estado de letargo.

-¡Llamen a los bomberos! - se escuchaba en altavoz.

Corrió a su habitación huyendo del fuego, tomó su celular pensando en un único número.

A ese mismo repitió la llamada por tercera vez, resultando inútil cuando nadie respondió...

En medio de todo, quiso hacer otro intento por escapar; lanzó un jarrón rompiendo una ventana, algunos vidrios se incrustaron en su mano cuando volaron por el impacto... Fue entonces que las llamas se interpusieron en su camino obligándola a retroceder.

Gritó de frustración, de enojo, de miedo...

...

En casa de Maximiliano, Dionisio servía más licor en ambas copas, mientras pensaba en ella.

-La extraño. - dijo, entregándole la copa a su amigo.

-Llámala. - sugirió.

-¿Quieres salir con nosotros? Me gustaría que se conocieran mejor y no solo por el trabajo.

-¿No te causaría celos? - elevó una ceja, juguetonamente.

-Más te vale que no intentes algo con ella. - advirtió con seriedad.

Maximiliano sonrió divertido.

-Victoria es muy hermosa, pero tú eres mi amigo, y los respeto a ella y a ti.

-Voy a proponerle el plan.

Fue por su celular, al mirar la pantalla se percató de las llamadas pérdidas. Preocupado marcó de vuelta.

<-Hola.

-¡Dionisio, ayúdame! - exclamó entre la angustia.

-Victoria, ¿qué sucede? - preguntó alarmado.

-Hay un incendio, la casa yo... No puedo salir. - explicaba con la voz entrecortada.

Dionisio tiró la copa abruptamente, las palabras menos imaginadas las había pronunciado Victoria, ella estaba en peligro... Su expresión había cambiado en su totalidad y Maximiliano supo que algo no iba bien.

-Escucha, no cortes la comunicación, voy para allá. - de inmediato salió hacia el estacionamiento.

-Hay mucho fuego ¡No sé qué hacer! - con cada palabra, Dionisio sentía el mismo temor.

-¿Llamaste a los bomberos? - en un intento de distraerla.

-Los vecinos, ellos llamaron, los escuché.

Victoria comenzaba a toser debido al humo tóxico.

-¿En dónde estás?

-En mi habitación, el fuego no tarda en alcanzarme. La casa es pequeña y yo... - se detenía para toser. -Hay mucho humo.

-Vas a estar bien, mi amor. - conducía olvidándose del límite de velocidad.

Ella lloró, en realidad no tenía muchas esperanzas. Fue hasta un rincón y se sentó en el piso, abrazando sus piernas contra su pecho, agotada.

-Creo... Creo que voy a morir. - susurró mientras su vista se nublaba. Su garganta dolía, la cabeza le pesaba y su respiración se iba perdiendo...

Pasión Infiltrada... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora