Capítulo 25.

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Durante los días siguientes el desespero de Dionisio le hacían ir al apartamento de Antonieta, buscando a Victoria, tal vez alguna noticia de ella, al encontrarse con la misma negativa se conformó con leer sus mensajes antiguos en el celular, viendo sus fotografías y buscando su olor en su ropa cuando era necesario. Sin embargo, el tiempo transcurría y él fue adaptándose a su vida, la extrañaba a ella, pero no era impedimento para realizar sus actividades. Conocía a una versión suya que le gustaba, estaba siendo más libre y expresivo. Sí, le gustaba reír y bromear, le gustaba disfrutar del día y de la noche por igual, su soledad ya no era un problema y le agradaba su trato amable hacia el prójimo, ya no más la máscara de hombre rudo e insensible. En su casa podía desenvolverse con más facilidad, invitaba a Maximiliano y pasaban largo rato jugando ajedrez, tomando vino y charlando de lo que fuese. Al caer la noche salía al jardín a mirar el cielo, después entraba a su casa, a su habitación y se daba una ducha relajante, cantaba mientras tanto. Cuando llegaba la mañana veía el amanecer desde la ventana de su recámara, a las cuales les cambió las cortinas negras por unas más claras, ya no iba a fingir que no le gustaba la luz solar del nuevo día entrar, y tenía que hablar del desayuno, de la manera en como unos hotcakes con miel y banana le hacían sentir una dicha inmensurable. Dedicaba tiempo a leer con alguna melodía clásica antigua de fondo. Le parecía fascinante disfrutar de las pequeñas cosas que usualmente se hacen a diario, pero que antes no le prestaba atención. Su casa no era más el recuerdo vivo de la soledad y la ausencia de una familia; era su hogar, y solo estaba esperando compartirlo con Victoria.

Victoria observaba la fría tarde, disfrutando del café humeante entre sus manos, sentada y con las piernas cobijadas sobre una butaca de madera a la orilla de la pequeña terraza de la casa. Sus días habían sido interesantes, desde mucho no tenía actividades para ella como un relajante y largo tratamiento de belleza, aprendió a cuidar de las plantas; simplemente porque la casa de sus padres conservaba un gran jardín, se ocupó de el y durante la travesía le encontró gusto. Hizo maratón de películas y series que le gustaban. Se reconcilió con una parte de la cocina, al menos la comida ya no se le quemaba y podía disfrutar de lo que preparaba. Limpiaba la casa, lavaba la ropa y los trastes mientras escuchaba música, descubrió que le encantaba, podía pasarse horas creando bocetos y tomando café en pijama, y cuando no tenía nada que hacer, solo veía la lluvia caer. Se sentía en paz, poco a poco el recuerdo de sus padres y de la niña que fue, ya no le resultaba doloroso, podía ver a su alrededor y sonreír agradecida por lo que tuvo y lo que tenía ahora, y en ese «ahora» incluía a Dionisio, pensaba en él y extrañaba su presencia, pero esperaba pacientemente volver a verlo.

Transcurrió así un mes y medio, poco tiempo para unos, mucho para otros, pero daba igual, la vida siguió su curso normal. Hubo cantidad de cambios en las personas, para bien o para mal siempre los había...

Victoria se atrevió a encender la computadora que antes usaba, no había tenido contacto con la tecnología durante ese período. Se dio cuenta de que su cuenta e-mail seguía abierta en ese dispositivo, y para su sorpresa tenía un correo nuevo de pocos días atrás... El mensaje provenía de Casa Victoria, de parte de administración. Solicitaban su presencia al desfile de modas, como parte importante siendo ella la imagen de este evento.

Emitió una exclamación, lo había olvidado. El desfile era en menos de una semana, día viernes. No veía inconveniente para no asistir, sinceramente estaba lista para salir y seguir con su vida sin ningún problema.

Envío la respuesta confirmando su asistencia.

Entonces ese día, dentro de poco, volvería a ver a Dionisio. Sonrió emocionada.

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