Capítulo 30

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El doctor salió a dar información, los presentes escucharon con atención cada palabra que dijo.

Victoria estaba recuperando la conciencia, la herida no había sido de gravedad así que la curaron y le pusieron una venda. Dionisio seguía sin despertar, le aplicaron suero para tartar la deshidratación, además de darle masajes para la circulación y administrarle vitaminas. Lo mismo con Isadora.

Todos pudieron estar más tranquilos después de escuchar que iban a recuperarse.

El doctor volvió a la habitación de Victoria, ella abrió los ojos sobresaltada.

-¿En dónde está Dionisio? - fue lo primero que preguntó, incorporándose con un quejido.

-Cálmate por favor.  Él está bien, se encuentra en recuperación.

-Déjeme ir con él, por favor. - suplicó.

El galeno la vio tan afectada que asintió.

Con cuidado ella salió de la camilla y así mismo de la habitación para ir a la de su novio.

Cuando llegó lo vio conectado y sus ojos se empañaron. Nunca imaginó verlo en ese estado, se acercó y le acarició la mano con suavidad.

-Mi vida. Estás a salvo. - depositó un beso en su sien.

Minutos después volvió a su habitación por indicaciones de una enfermera. Antonieta estuvo esperando por ella, y cuando se vieron no dudaron en estrecharse en un fuerte abrazo.

-Debiste decirme.

-No quería preocuparte, tu embarazo...

-Lo sé, pero fue peor saber por una llamada telefónica que mi amiga estaba en el hospital, y te encuentro herida. ¿Y si te perdía? - se le cortó la voz.

-Perdóname. - volvían a abrazarse. -Todo fue tan rápido... Pero lo conseguimos, Dionisio está bien. - sonrió.

-Eso me alegra, de verdad.

...
Fueron horas las que esperó, pero por fin Dionisio había despertado y ella se encontraba a su lado. En ese momento se alimentaba, su dieta era liviana debido a los días que llevaba sin comer. También debía consumir muchos líquidos. La enfermera los dejó solos llevándose la bandeja con ella.

Al verse se sonrieron. Victoria se recostó en su pecho.

-Te eche mucho de menos.

-Te extrañé como un loco, mi amor. - con una mano le hizo elevar su barbilla y con la otra le acariciaba el cabello.

-Fue horrible, ¿verdad? - sus ojos empezaban a brillar por las lágrimas.

-Te amo tanto Victoria. Mi vida sin ti no tiene sentido.

-Y yo te amo demasiado, moriría por ti.

-Hoy lo comprobé, arriesgaste tu vida por mí. - deslizó sus dedos por el brazo vendado de Victoria, recordando. La abrazó contra si, respirando su aroma que tanto bien le hacía, estaba ahí con él.

-Perdóname por no llegar antes... - dijo con pesadumbre.

-Llegaste a tiempo.

Soltaron un suspiro que los sumergió en el silencio, se dedicaron a disfrutar del encuentro de sus cuerpos, de sus latidos al estar cerca del corazón del otro.

-Victoria.

-Dime, mi amor.

-Siento mucho haberte hecho sufrir, me rompe el corazón imaginarte sola y vulnerable, sufriendo por mi desaparición, y luego esa carta, perdóname por todo.

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