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El bosque prohibido,cuántos duelos se habían dado ahí?, sin duda Lord Voldemort había perdido la cuenta pero siempre había salido indemne, sin embargo esta vez no había sido así.

Dumbledore le había hecho algo, no sabía que era pero no le agradaba, había vuelto a ser un chico de diecisiete años, había sido demasiado oscuro todo esto, incluso para él, pero encontraría la forma de regresar al poder por qué sí, no solo de apariencia era menor, también de magia, aún que debía admitir que el ego nunca podría disminuir.

— De acuerdo viejo, dime qué es lo que quieres – dijo Voldemort mirando fijamente a su ex-mentor.

— ¿Por qué supones que quiero algo? – cuestionó Dumbledore.

— Por que de no ser así, Potter es el estuviera aquí, no tú.

— Debo reconocer que me sorprendes Tom, siempre fuiste muy inteligente – mencionó el mayor caminando alrededor del contrario en el despacho.

— Ó tu muy predecible – contestó ladeando su cabeza – muy bien, dime qué es lo que quieres de mí.

— Oh es simple Tom, tú sabes mejor que nadie que una de las cosas que más eh deseado en el mundo es que no tengamos que llegar a una guerra, no me perdonaría que murieran magos inocentes si puedo detenerlo – una risita escapó del de ojos color zafiro haciendo que Dumbledore lo mirara fijamente.

— Dejemos la hipocresía para más tarde, todos sabemos lo que le estás haciendo a Harry... – dijo Riddle – le haces lo mismo que me hiciste a mí – continúo, dejando para después el hecho de que por primera vez llamo al niño que vivió por su nombre de pila.

— ¿Y que se supone que te hice Tom? – Dumbledore sabía que el recuerdo de lo que le había hecho lo enfureceria más pero él también estaba ya bastante enojado por la altanería del menor.

Tom por su parte estaba tratando de bloquear sus emociones pero le estaba costando demás por lo débil que estaba su magia en aquel momento pero el esfuerzo fue en vano, el recuerdo de su madre cayendo en sus brazos luego de haber sido golpeada por el maleficio asesino lo atravesó igual que una daga al corazón, casi pudo sentirlo; enojo, rabia, venganza, ira, todos esos sentimientos corrían por la sangre de Voldemort haciendo que algunos artefactos de la oficina de Dumbledore empezaran a levitar, quien asesinó a su madre estaba enfrente suyo, descaradamente.

— Sabes bien que fue lo que hiciste – dijo fríamente, manteniendo la mirada fija en su próximo objetivo quien también lo miraba fijamente.

— Tu madre se interpuso y no quedó otra opción.

— Y cuando tengas a Potter en la misma posición que yo, ¿Le dirás lo mismo? – preguntó el pelinegro.

— No, por qué una vez que lo use, lo desapareceré – dijo cruelmente – ahora escucha atentamente, te devolveré tu fuerza mágica pero me ayudarás a encontrar a una persona.

Tom le observó delicadamente en busca de algún truco e incluso busco alguna pista que le dijera que lo que el viejo decía era broma.

— No juegues conmigo, dime para que demonios me quieres
Pero Dumbledore lo miro con cara de «eso es lo que quiero» – dame una razón para ayudarte.

— Vamos Tom no puedes decir no, no eres nada sin tu fuerza.

— Que tú tienes ahora y con la que puedes encontrar a cualquier persona, ¿por qué pedírmelo si la tienes fácil? – cuestionó una vez más Voldemort.

— Esta persona es demasiado difícil de encontrar y también es demasiado sospechoso buscarlo, a menos de que quieras pasar a la lista negra como uno de sus cómplices, yo no puedo arriesgar mi reputación de esa forma y bueno tú, tienes a muchos bajo tus órdenes.

— Bien, entonces déjame ir – reclamó Riddle.

— Oh no, debo proteger mi inversión, tú darás órdenes desde aquí y estarás vigilado.

Tom rodó los ojos y pasaron cinco minutos en los que discutió con Dumbledore sobre su estadía en Hogwarts, diciendo que no a sus términos y negándose rotundamente pero era parte de su plan, esta búsqueda le caía como anillo al dedo y ya sabía exactamente lo que haría y quién le ayudaría.

— Dado que ya hemos hablado de cómo controlaremos este acuerdo, te diré y presentaré a quien te vigilará mientras estés aquí – a lo que Voldemort rodó los ojos y también le recalcó que debía desamarrarlo.

Habían pasado tres minutos desde que Dumbledore había mandado a llamar a Harry y este se encontraba sentado en la sala común de Slytherin estudiando para pociones cuando Draco entro con todo y su toque de diva.

— Harry – le llamó pero el azabache no le prestó atención – Harry – volvió a hablar pero en vista de que no le contestó, tomo el libro de sus manos y lo golpeó con el mismo – ¡Potter!

— ¡Merlín! – dijo Harry levantándose y mirando con reproche a su amigo – ¿Que quieres?

— Dumbledore quiere verte en su oficina.

— Podrías a verme dicho eso en vez de golpearme.

— Te llamé dos veces y no hiciste caso, agradece que fue con el libro, el candelebro pudo estar más cerca – dijo Draco sentándose en el sillón, para después ver a Harry salir y dirigirse a la oficina de Dumbledore.

Tom y Albus estaban listos ya para recibir a Harry, sin embargo Voldemort no sabía que de él se trataba.

— ¿Profesor? – llamó un despeinado ojiverde que miraba hacía su mentor para después dirigir la mirada hacía su enemigo y ponerse a la defensiva. No podía olvidar aquella cara que vió en la camara secreta , aquella que le había causado tanto dolor y sufrimiento.

Tom le dirigió una mirada atenta a sus ojos verdes que ahora que los apreciaba de cerca estaba seguro de que resultaban cautivadores y por un fragmento de tiempo comprendió a Severus.

— Tranquilo Harry por ahora es inofensivo – aseguró Albus Dumbledore con un ligero tono de irnonia con lo que se ganó una mirada más de rabia por parte de Tom quien no sabía si sentirse ofendido o enojado.

Amantes y AliadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora