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No lo hagas.

La cantidad de tiempo transcurrido desde que había perdido el conocimiento no era claro para él

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La cantidad de tiempo transcurrido desde que había perdido el conocimiento no era claro para él. O bien, se sentía lo suficientemente aturdido como para prestarle la atención necesaria al reloj de su muñeca, aquel que, por alguna extraña razón, era imposible de ver a causa de un brazo y mano ajeno que lo cubría.

Sus ojos se mantuvieron como dos enormes platos caricaturescos mientras observaba dicha escena; El castaño de ojos avellana dormitando desde el suelo a la cama, abrazándose a su mano con sus dedos y su mejilla aplastada sobre el colchón, ligeramente babeando la sábana debajo.

Una escena prometedora, tal vez, no lograba pensar bien. Su cabeza parecía al punto de explotar, palpitando con insistencia y confusión, mientras torpemente intentaba safarse cuidadoso del agarre del menor a su vez que buscaba respuestas claras a lo que había sucedido, aún si no recordara nada en lo absoluto.

No obstante, sus intentos fueron fallidos, a propósito o no lo suficientes forzosos, aún así no pudo librarse. La sensación suave de sus dedos entre los suyos junto a la calidez que emanaba con naturalidad parecían una manta al tacto. Su labio inferior se apretaba entre sus dientes con fuerza cuando su rostro sintió con calor repentino en conjunto a un fuerte latido que golpeó a su pecho cual vil patada asfixiante. Su mano libre cubrió su boca y apartó la mirada bruscamente, agitado sin razón en una taquicardia absurda en ese instante porque se sentía avergonzado, y era tan extraño pues no recordaba la última vez que alguna situación le llevara a la cúspide de su seriedad.

Balbuceos por lo bajo llamaron de nuevo su atención. Observando de soslayo una vez más al muchacho, este parecía demasiado sumido entre sueños sin atisbo alguno de despertarse si es que intentaba hacerlo, y aún así se lo cuestionaba.

Con un suspiro tendido, cerró sus ojos un momento mientras la misma mano escapaba de su rostro para despeinar sus negros cabellos alborotados previamente. Una vez más, intentó safarse con toda su fuerza de voluntad y esta vez lo había logrado. El menor no se había inmutado en lo absoluto, seguía dormido. YoonGi consiguió bajar de la cama y un escalofrío recorrió su espina dorsal ante lo frío del suelo en la planta de sus descalzos pies. Parado a mitad del cuarto, la escena frente a él era tan revoltosa que no encontraba una forma de tratar con ella. Pensar en la posibilidad de que el ajeno haya presenciado el desplomar inconsciente de su cuerpo bajo la gripe insoportable, era tan humillante como estúpido de su parte. Pensando en ello un momento, tocando su frente, notaba que la fiebre que albergaba su sistema se había disipado casi por completo, además, del paño húmedo a un lado de la almohada que probablemente había sido colocado sobre él para apaciguar el calor por el mismo Jimin.

La idea de su preocupación le hizo sonreír un segundo antes de fruncir sus labios cual reprimenda por ese gesto propio.

Aún exhausto, se aproximó al castaño, y entre sus brazos le sostuvo cuidadoso y dificultoso hasta depositarlo sobre la cama. Le cubrió con las mantas y este se acurrucó por su cuenta. Sus mejillas parecían más regordetas en esa posición y sus labios sobresalían, dando la imagen como si se tratara de un pequeño pato.

pure skin © yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora