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Margaritas.

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Con el reloj en su muñeca provocando aquel molesto ruido constante, YoonGi resopló aires de molestia y mal humor contra la pantalla brillosa de su computador en aquella tarde de estrés inoportuno.

Era la hora tres con veintitrés del domingo. Aún si fuera fin de semana, al de cabellos negros le molestaba en demasía no recuperar las horas de sueño que en el transcurso de la semana su trabajo le arrebataba; El mal humor le llegaba al momento de pensar en la causa o culpa que le conllevara a ello, explotando en rabia al no llegar a una conclusión concisa o coherente que respondiera a su duda que calificaba -tal vez con cierta exageración- como existencial.

Y es que el tipo Min solía ser un tanto exigente a su rutina diaria de... prácticamente, toda la vida.

De joven, basaba sus días en el estudio y el dormir, alimentándose lo que necesitase en el momento (y que recordase que debía comer para subsistir), y ahora de adulto, no había cambiado en lo más mínimo, tan sólo reemplazando el estudiar por el trabajar; Simple y claro de entender, y de llevar a cabo, al menos para él, pues para los demás que le rodeaban en el ámbito profesional y de vida era un tanto... ¿Aburrido? Bastante deprimente si dramatizaba tal cual Jung Hoseok lo hacía al comenzar con sus monólogos de vida donde le utilizaba como su individuo de comparaciones predilecto.

Aquel tipo había sido su compañero de banco en la Universidad y de trabajo en su actualidad, teniendo la suerte de haber sido aceptados con sus formularios completados ambos en la misma institución para la cual ahora trabajaban, siendo el azabache quien impartía la licenciatura en Literatura, y el ajeno en Ciencias biológicas.
YoonGi no lo veía de mala manera tal hecho. Sin embargo, lo tomaba a molestia al saber que tendría la voz hiperactiva de Jung recordándole la vana vida patética que llevaba por años por delante, que tal vez jamás tendría ánimos de cambiar; Era demasiado trabajo extra para Min, y por ello, siempre lo evitaba a toda costa.

Aún así, su amistad con Jung, por más disfuncional que fuera a ojos impropios, era la única que al pelinegro le había durado en su vida. No porque fuera un asocial que repele a la comunidad, sino más bien que su personalidad un tanto seca, o bien arisca, le ha llevado a alejarse de personas que han invadido su espacio, su rango de "seguridad", tal cual él lo definía. Y a poco entendimiento ajeno, YoonGi tan sólo se alejaba de la incomodidad.

"Por la mierda". Alejó la silla giratoria del escritorio y su cabeza cayó hacia atrás.

Su cuello había comenzado a doler, sentía aquella pelota de tensión acumulada en la unión de sus vértebras palpitando dolorosamente. Una de sus manos se guió a aquel lugar a masajear mientras se colocaba de pie, acomodando sus pantuflas negras para encaminarse a través de la sala silenciosa.
Habían sido, aproximadamente, cuatro horas de redacción del nuevo plan de estudios que obligadamente los profesores de cada asignatura debían de hacer, y YoonGi quería mandar a los mil demonios a todo mundo por tal trabajo con el que peleaba, casi, desde el mediodía. 

pure skin © yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora