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Lluvia.

Había pasado una semana y demás desde lo ocurrido en la casa del Profesor

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Había pasado una semana y demás desde lo ocurrido en la casa del Profesor. Jimin no volvió a las clases particulares, pero sí siguió trabajando con Taehyung, pues a fin de cuentas, era dinero que no estaba de más para él. A su vez, el ánimo que cargaba consigo no era de los mejores. A pesar de que su madre en reiteradas ocasiones le había preguntado si todo iba bien, Jimin sólo asentía con una sonrisa fingida mientras en su estómago se formaba un hueco que le asfixiaba.

Taehyung sabía lo que había sucedido y cómo se sentía. Más de una vez le consoló entre recesos de las clases, cuando Jimin rompía en llanto con pequeñas lágrimas inocentes cargadas de pena y extrañez, su mejor amigo se sentía ahogado en lástima y tristeza compartida, porque sabía qué se sentía aquello que agobiaba al pequeño castaño.

No había vuelto a saber nada del profesor Min. Se había empeñado en tomar el camino contrario para ir a la escuela con el único fin de no pasar frente a su casa, y aunque fuera de alguna manera inútil -pues el mayor a esas horas también estaría camino a su trabajo en la Universidad-, Jimin lo tomaba como una pequeña terapia para sí mismo por su cuenta, incluso si tardara más en llegar a clases. Como su madre, su hermano SeokJin también intentó intervenir, por supuesto, pero el muchacho estaba mudo y sólo meneaba su cabeza, restándole mera importancia a lo que le sucedía.

No podía contarle a su hermano la causa de su aura tan deprimente. A nadie, en realidad, y tal vez nunca podría hacerlo. Desde lo ocurrido, había estado leyendo diversos artículos en Internet que hablaban acerca del amor frente a las diferencias de edades, sus ojos llenándose de lágrimas al ver parejas bonitas y felices, que tal vez eran por completo fantasiosas como en los libros, pero que terminaba usando cual tortura para su propia situación. Hizo lo mismo acerca de sentir algo por alguien de tu mismo sexo; qué implicaba aquello y qué arraigaba en el continente asiático había simplemente bajado sus mínimas esperanzas. Sólo lograba quebrajarse un poco más.

Cuando lo pensaba en las noches que no podía dormir, creía firmemente que cualquier persona ajena le miraría aturdido y le señalaría como alguien tan dramático como desagradable, pues sufrir tanto por algo que siquiera había sido recíproco o correspondido, era sencillamente algo estúpido, ¿no es así? Jimin tenía en mente que era sólo un niño curioso y torpe que metió sus narices donde no debía, con la persona equivocada, en el tiempo equivocado.

¿Podría haber sido distinto si él hubiese sido mayor? Tal vez. Se repetía aquello como una reprimenda a su propio nacimiento, también algo tan tonto como bien se sentía.

Postrado en su cama ese domingo de lluvia fría y nubes oscuras, que no anunciaban más que una tendida tormenta, Jimin observa las gotas golpetear su ventana mientras su perra se encuentra postrada a su lado, durmiendo serena y sin preocupaciones.

Le arden los ojos por su previo llanto de hace unas horas. Su casa se encontraba en silencio; más que la música sonando desde las bocinas de su laptop, no podía oírse nada más pues su hermano se había ido con unos amigos a quién sabe dónde, y su madre se había ido a visitar a una amiga para pasar la tarde. El único hundido entre las mantas y una amarga sensación era el menor, y siquiera podría llamar a Taehyung para que viniera a verle y matar el tiempo, sería egoísta bajo ese clima tan impertinente.

pure skin © yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora