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Supermercado.

Supermercado

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Era sábado por la tarde. Jimin junto a su madre se encontraban comprando de los víveres que faltaban en casa, y el menor estaba insistiendo por llevar una caja de cereales de chocolate que hace un buen rato llevaba sacudiendo en el aire junto al caminar de su madre.

"Mamá, por favoooor. ¡Siempre llevas de esos cereales de avena que saben a cartón! Vamos, vamos". Un pequeño bulto en sus labios rosáceos mientras miraba a la mujer que inspeccionaba el estado de un tomate.

"Park Jimin, pareces un niñito malcriado". Fue lo único que dijo, llevando dos tomates más de aquel estante una vez cercioró el buen estado de estos. "Y esos cereales de avena con sabor a cartón son más saludables que todo ese revoltijo chocolatoso que llevas ahí".

Jimin frunció su entrecejo, y abrió su boca para refutar por quién sabe qué vez, pero así como abrió de ella, la cerró al ver la ceja arqueada de su madre con aquella mirada de advertencia que no significaba más que peligro.

"Ve a devolver eso que ya nos vamos. Y sin peros". Aclaró al ver nuevamente el mohín asomándose en el más joven.

Jimin resopló y se dio media vuelta en su lugar, emprendiendo camino contrario al de su madre que iba hacia la caja registradora.

Tarareó por lo bajo una canción que tenía pegada hacia un tiempo mientras paseaba su mirada entre los estantes y productos. Habían unas cuantas madres teniendo el mismo problema que la suya con respecto a sus pequeños hijos insistentes, y Jimin se sintió avergonzado por su propio comportamiento.

Una vez encontró el pasillo de cereales, buscó el lugar exacto donde había sacado la caja rojiza con un pájaro gracioso en caricatura. Cuando le halló, se acercó hasta el mismo.

"Adiós, Capitán Punk". Con un último puchero, extendió su brazo y colocó la caja en su respectivo lugar.

Se giró una vez más para devolverse tras su madre, pero un algo se lo impidió. O más bien, un cuerpo ajeno, donde su rostro se amortiguó en la suave lana de un suéter aromático a limón y pino.

"Lo-Lo siento". Se disculpó, frunciendo su entrecejo, haciéndose algo difícil despegar su nariz de aquel aroma tan llamativo.

Fue torpe, y estaba avergonzándose más a sí mismo ante su accionar. Cuando pudo separarse debidamente, sus ojos avellanados se vieron reflejados en dos lentes impecables que resguardaban un par de ojos grisáceos detrás.

Sus mejillas se entintaron del rojo de la sangre y se sintió asfixiar por su bufanda de rayas coloridas.

"Consideraré tu torpeza desde la primera vez y aceptaré tus disculpas, niño".

Su voz fue rasposa, honda como el océano. Jimin sintió su corazón bombear demasiado fuerte y sus pequeñas palmas sudaron en el agarre a puños de las mangas de su abrigo.

pure skin © yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora