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El tacto de una caricia.

Era Viernes por la tarde

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Era Viernes por la tarde. Las clases extracurriculares de Jimin fueron suspendidas por una fuga de agua en el colegio y se encontró a sí mismo con su teléfono en mano mientras caminaba de un lado a otro en su pequeño cuarto. Las pisadas eran seguidas por su perra Haru, quien creía que su inquieto dueño estaba jugando con ella mientras daba algunos saltos y ladridos entusiasta. Jimin no estaba prestando mucha atención a ello y sólo se limitaba a regalarle sonrisas nerviosas a la canina quien movía la cola eufórica.

La razón del ataque de nervios del castaño se debía al hecho mismo de sus clases suspendidas, pues apenas supo de la noticia, por su cabeza pasó fugazmente la idea de llamar al profesor Min con el fin de citarle para tener una tarde de estudio para sus exámenes. Claro que aquello no era malo, sin embargo, el mismo Jimin se encontraba colorado porque sus razones de citación no eran precisamente para estudiar, pues hablando con sinceridad, quería verle. La última vez había sido cuando, con la idiotez a flor de piel, se había despedido de él con un beso rápido como agradecimiento de haberle traído hasta su casa tras la jornada escolar. Sabe mejor que nadie que no estaba bien hacerlo, pues no eran pareja, no tenían una confianza afianzada, ni mucho menos era correcto en lo absoluto. Recordar los variados factores en contra de sus acciones por supuesto que lograba formar un hueco en su estómago que le deprimía.

Se sentó entonces a orillas de la cama, mirando la pantalla apagada de su celular, mientras Haru se acostaba a su lado, reposando su hocico sobre su regazo. Jimin le sonrió de lado, más bien como una mueca torcida, y acarició su cabeza con suavidad, soltando un pesado suspiro.

"¿Crees que sea buena idea?", musitó, esperando que, tal vez, la cachorra mágicamente le diera una repuesta reveladora.

Sin embargo, saltó de su lugar, asustando a la mencionada, pues una llamada entrante resonó en el silencio de su cuarto. Su corazón se aceleró, y más que por el susto, fue por encontrar tintineando en su pantalla el nombre de aquel que revoloteaba entre sus pensamientos.

"¿Me-me está llamando? ¿Por qué me está llamando? ¿Acaso quiere hablar conmigo? Bueno, eso es muy lógico, para eso sirven las llamadas, estúpido Jimin", chilló tirándose de espaldas a la cama y se levantó al siguiente segundo, respirando hondo, tan rojo que juraría que su rostro podría derretirse.

Tembloroso, apretó finalmente el botón verde, pero la llamada desapareció, pues se había tardado demasiado.

"¡No!", exclamó asustado y lloriqueó mientras revisaba el inicio de su teléfono; y en definitiva, aparecía como llamada perdida.

El mundo de Jimin se le vino abajo como balde de agua fría y sintió que sus ojos ardieron de un segundo a otro ante el acumulo repentino de lágrimas en ellos.

pure skin © yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora