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Biblioteca.

Biblioteca

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"¡Jimin, si no dejas de cepillarte esa maldita mata de cabello juro que te raparé mientras duermes!".

"¡Mamá!".

"Seokjin, deja de amenazar a tu hermano. Y Jimin, apresúrate, por el amor de Dios, que harás llegar tarde a tu hermano".

La mujer de camisa blanca, pulcra y bien planchada se ataba el cabello altamente con un listón azul desde su habitación, reprendiendo en una voz agotada y monótona al par de hermanos.

"Aun no entiendo por qué no tomas el autobús como toda gente normal. ¿Por qué me haces llevarte?". El de hebras rubias se quejó, arrugando su entrecejo de cejas oscuras mientras desplazaba de arriba abajo su dedo pulgar en la pantalla tibia de su teléfono móvil.

Los pasos del menor bajando las cortas escaleras se detuvieron en el último escalón, arreglando por décima vez el borde del suéter amarillento pálido de su uniforme escolar.

"P-Porque..." Jimin calló absurdamente, sintiéndose algo tonto porque no tenía una excusa siquiera incoherente con la cual responder.

O la tenía y bien no quería decirla porque era vergonzoso. Y, bueno, tonto también.

Sintió un calor instalarse en su nuca.

"Ya, ya, deja de gruñir como viejo cascarrabias y váyanse de una vez".

Su madre llegó a tiempo con empujoncitos a su espalda, quitándole finalmente del camino en la escalera y salvándole de algún modo a contestar.

"Que te conste que hoy primero debo pasar por la universidad para dejarle unas cosas a KiHyun antes de que se vaya y luego te llevaré al colegio, no quiero quejas de que llegas tarde, ¿ah?".

"Lo sé, hyung, lo mencionaste en la cena anoche". Jimin apretó de su propio brazo apenas, mirando al más alto a su lado.

"Ya sé, pero te la pasas paspando moscas que a veces dudo que me escuchas, niño".

Jimin esta vez arrugó su frente pero no le dio el tiempo de quejarse pues su madre nuevamente les empujaba ahora a ambos hacia la puerta, haciéndolos trastabillar en sus pasos sobre la alfombra.

"¡Dios, es que dan más vueltas que perro antes de echarse a dormir! Se van de una vez, va, va". Dio palmaditas en las cabezas de sus hijos cuando finalmente pasaron de la puerta que abrió, y tomó el bolso que colgaba de un pequeño clavo junto a la entrada, saliendo y cerrando a su vez que cogía la llave para asegurar la casa sola.

pure skin © yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora