𝘾𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙏𝙧𝙚𝙘𝙚

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Su forma de querer

Mónica Briz

No puedo evitar hacer una mueca cuando veo como Danica sigue a su primo, él me contó lo que sucedió en su cumpleaños y que ya no le habla, las veces que ha llegado a mi balcón hablamos y me cuenta lo incómodo que se siente con su insistencia.

Salgo a esperar a mis padres, Penélope pasa cerca y me empuja con su hombro.

—Estúpida.

Ignoro su insulto, esperando pacientemente a mis padres. Llegan unos minutos después y el viaje se hace en completo silencio, ni siquiera han encendido la radio. En casa las cosas no son diferentes o eso pensaba hasta que me llamaron a la sala de estar.

—Mónica —mi padre suena calmado—, necesito tu opinión sobre algo.

—Claro, ¿sobre qué? —no puedo evitar emocionarme, ellos casi nunca piden mi opinión.

—Ven —mi madre me señala un lugar en medio de ellos—, son varias cosas así que tomará algo de tiempo.

Me muevo rápidamente hacia ellos, esta es una oportunidad poco común. Apenas me siento, mi sonrisa cae y el nerviosismo se apodera de mí.

—Entonces ayúdanos a organizar esto —veo como mi padre saca todas las cartas de Austin y las pone sobre la mesa—, son demasiadas para los dos.

Mis manos empiezan a sudar, las palabras no salen y apenas logro estirar los brazos para tomar la primera hoja.

—¿Te parece mejor ordenarlas por tamaño o por extensión? —mi madre toma una de las cartas largas, se ven tal cual las escondí—. Porque esta podríamos ponerla de primera.

Sigo en silencio, mis manos empiezan a temblar mientras doblo las cartas que tengo a la mano, ¿cómo las encontraron?, ¿las leyeron?, doblo todas las que puedo hasta que mi padre coloca su mano sobre la mía deteniéndome.

—¿No quieres hablar?

—Perdón, perdón, lo siento, yo —siento la primera lágrima en mi mejilla al mismo tiempo que mi madre toma mi mano—, es que...

—Tranquila, queremos escucharte —la sorpresa detiene mi llanto y los veo a ambos—, ¿quieres contarnos?

Y al final cedo, empiezo a contarles cómo él fue mi primer amigo, como poco a poco me empecé a sentir más cómoda con él, obviamente omito las partes de nuestros escapes y los reemplazo con una historia de como él me dejaba las cartas en mi casillero lo que no es del todo mentira. Cuando llego a la interrupción de la boda no puedo evitar llorar y contarles cuanto lo extrañé durante ese tiempo, con eso confirmo que no han leído nada o si lo han hecho no han llegado a las últimas.

No tienen ni idea que Austin maquina un plan para alejarme de ellos.

Respondo a las preguntas que me hacen, cuando llegan al "¿te gusta de verdad?" me sonrojo a más no poder, algo que toman como respuesta antes de enviarme de nuevo a mi habitación.

—Mónica —la voz de mi madre me detiene, ahora ocupa mi asiento—, no olvides tus cartas.

Me las entrega y yo corro lejos de allí, no sé qué planean.

*

Danica Ron

Noviembre se acerca. Junto a su inicio se cumplirán tres meses desde que llegamos al pueblo natal de nuestros padres.

Hoy fue un día como los otros, Austin me ignoró, esa castaña me observó con incomodidad y Penélope no se alejó de mí esperando una oportunidad para acercarse a él, si tan solo supiera. Creo que ella es estúpida.

Una historia sin nombre [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora