𝘾𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙊𝙘𝙝𝙤

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Tú, yo, nosotros

Capítulo 2 en 1

Austin Ron

La ventana del copiloto baja y su madre, Anna Briz, saca la cabeza, muy molesta.

—¡Aléjate de esa pobre chica! ¡Lárgate! —ni siquiera la veo, solo quiero acercarme a Mónica— ¡Lárgate! ¿Qué no escuchas? ¡Aléjate de mi auto! ¡Aléjate! ¡Si te acercas, te juro que mi esposo saldrá a golpearte! ¡Jacob!

La puerta del piloto comienza a abrirse cuando un fuerte llanto nos detiene a todos.

—¿Ves lo que haces? ¡Lárgate!

La puerta se vuelve a cerrar y el auto arranca a toda velocidad, ni siquiera lo pienso cuando empiezo a correr siguiéndolo en dirección a su casa, Penélope me grita algo, pero no me importa, solo quiero llegar a verla. Estoy asustado.

A los minutos llego a su casa y mi mente repite lo mismo: "hace dos años no estuve, hoy que si estoy aquí no planeo dejarla llorar sola".

Sé que no me dejarán verla, así que voy por la parte trasera, de paso aprovecho para recoger unos dientes de león, sus favoritos, y guardarlos en mi bolsillo. Trepo por el árbol que tienen en el patio y a la altura del balcón, salto.

—Mónica —escucho sus pasos—. Por favor, ábreme, quiero verte.

Las cortinas desaparecen de mi vista y me dejan verla con los ojos rojos y la nariz sonrojada por el llanto, abre la puerta, al parecer la reja tiene candado. Le acerco los dientes de león; los toma, los mira y después me los lanza mientras empieza a llorar de nuevo.

—Pero, ¿qué pasa? —verla así me preocupa y confunde—. Mónica, ¿Qué pasa?

—Ya sé de tu compromiso.

—¿Cuál compromiso? El único compromiso que existe es el nuestro.

—Ya no existe un nosotros.

—Por favor, no digas eso —le suplico—, este es nuestro año, lograré sacarte de este lugar.

—Austin —toca mi rostro a través de los barrotes—. No tenemos tiempo, mi madre ya está buscando a alguien más para romper lo nuestro y el compromiso.

—No lo hagas, no te des por vencida, recién estamos iniciando esto.

—Es necesario, pueden enviarte lejos de nuevo o algo peor.

—Eso no me importa, volvería las veces necesarias —ríe con algunas lágrimas en sus ojos—. Sabes que duele alejarse.

—Quedarse también duele.

—Por favor, no te volveré a dejar sola —retira su mano de mi rostro y las lágrimas se acumulan en mis ojos—. Aún es muy temprano, apenas estamos iniciando, así que no te rindas, por favor, solo un poco más y podremos estar juntos.

*

Mónica Briz

Despido a Austin con lágrimas en los ojos, no quiero alejarme de él.

—¡Mónica, ya basta de llorar!

Me duele, me duele mucho, tener que hacer esto, pero es necesario, si dejo que Austin siga con su plan estará en problemas. Dentro de poco tiempo tendré que casarme con alguien más.

No tengo a nadie, no tengo nada, estoy sola. Ya no existe un tú y yo, no existe un nosotros; solo existe Mónica, la chica abandonada.

Recordar las lágrimas de Austin me duele todavía más. Mi llanto es interrumpido por el golpe que recibe la puerta de cristal; distingo esa sombra, pero no abro la cortina. No podré volver a decir que lo quiero lejos.

Una historia sin nombre [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora