Dirk: entrar en pánico (o algo así)

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Luego de huir de la escena del crimen, Strider tuvo un breve momento para reorganizar sus pensamientos en algo coherente, que no sea un río terminando en cascada de "Oh dios" y "Oh mierda" continuamente.

Lo primero que hizo fue encerrarse en su habitación y tomarse un segundo para respirar, mientras procuraba no arrancarse el cabello de los nervios.

"Maldición!" grita, golpeando la puerta con ambos puños.

Pasa las siguientes horas repitiéndose cosas como "No importa" y "Qué carajo?" mientras intenta concentrarse en cualquier otra tarea.

Consigue subsidiar el torrente de pensamientos mientras utiliza las capturas avanzadas del planeta al que se dirigían para empezar a trazar mapas.

Se distrae con eso por un buen tiempo, hasta volver a caer en un patrón de trabajo familiar. Es más sencillo de esa forma, teniendo algo que ocupe su energía mental, mientras ignoraba las emociones trabajando en segundo plano.

No le caía en gracia haber cometido semejante estupidez.

Tenía todas las ganas de echarle la culpa a Egbert, pero sabía que no podía.

Él sólo había intentado hacer lo que creía correcto, al igual que Dirk. Claro que en eso no coincidían, y fue la raíz de todo el dilema que se dio por consecuencia. Tampoco iba a darle la razón por pena.

Pero con todo eso y más, seguía sin poder odiarlo.

Seguía sin poder dejar de sentir el incremento de su pulso cuando se lo encuentra, ya sea para mejor o peor.

Podría derretirse cada vez que lo abraza, y le cuesta todo su autocontrol no bajar la guardia cuando sucede.

Lo hace sentirse abrumado por el subidón de emociones y la -ahora menor pero aún muy presente- manera en que su piel reacciona, emulando la sensación del fuego.

Hay una pequeña pero muy real llamarada creciendo en su pecho, que chispea cada vez que oye su risa reverberando a través de la nave, acompañada de una ligera brisa, que exitosamente le da un escalofrío y lo distrae momentáneamente de su trabajo.

Y lo hace sentir una frustración y ganas de soltar el suspiro más largo e irritado del espacio paradójico.

Quizás debería hablar con él y decirle que pare de...

De qué? Existir? Sonreír? Darle un abrazo antes de irse a dormir?

Si, qué brillante idea, Strider. Ten una estrellita dorada, por intentarlo.

Joder.

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No piensa tocar un colchón en un largo tiempo, por temor a dormirse una semana esta vez, y porque recuperó suficiente fuerza para resistir otros... dos meses, mínimo. Rosebot le reclamaría si lo escuchase, pero da igual.

Decide tomarse otro café y escuchar música, sentado en su cálido kotatsu.

No había una sola canción que no haya escuchado al menos siete veces. La mayoría eran mixes que Dave le había dado. Prácticamente uno de sus únicos hobbies desde que se jubilaron de ser héroes, a la tierna edad de 16 años. Bastante merecido, por cierto, luego de haber sufrido tantos traumas como un soldado después de la guerra.

Quién podría decir que ellos no eran lo mismo?

Además de eso, habían canciones de la antigua Tierra, que le traían cierta nostalgia.

Va bien, hasta que Lalonde lo interrumpe, porque las diosas del destino no saben cuando dejar de someterlo al estrés y frustración.

"Buenas tardes, padre." comienza, con un tono de voz muy jovial, que no tiene derecho a usar, bajo estas circunstancias.

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