Dirk: volver a los monólogos patéticos

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Hey, qué onda? Apuesto a que olvidaste que esto era algo que era capaz de pasar durante el transcurso de esta historia. Ya sientes frustración? Me extrañaste?

Si, si, si. He tenido una pesadilla de semanas últimamente, en ocasiones me encontraba desquiciado, ahora siento menos peso sobre mis hombros, y todo lo demás.

Te estarás preguntando por qué hago un bitácora luego de tanto tiempo, obviamente.

Por razones personales, ésa información es clasificada, pero hey, mira el lado positivo: escucharme.

Estarás pensando "Oigan, ya vamos como veintitantos capítulos, cuando mierda se soluciona todo esto?" y me estoy feliz de anunciar que muy pronto. Como el atardecer, que siempre llega a su fin, cada libro tiene una última página. Cada ser respira su último aliento.

Es algo deprimente, como ver los ojos de un ser querido llenarse de lágrimas, luego de sentir que le has fallado. La vida es una historia, con altas y bajas, pero la única forma de saber cómo termina es seguir leyendo. Así que ya, voy a dejar poetizar mis desgracias.

Aún siento difícil llegar al acuerdo de que Egbert... ah, carajo.

Es difícil comprender el origen de su preocupación. Aún más conocer la sinceridad tras sus palabras, o comprobar la validez de estas.

Esto hace aún más complicado comprenderlo... a él, y a sus metas. Hm. Aún recuerdo cuando Pyrope le escupió en cara su falta de motivación para tomar acción, con el tacto de un cactus. No es de extrañarse, en cuanto de ella hablemos, pero hey.

Es más, aún recuerdo cuando quería matarme. Qué tiempos, no? En algún momento lo miraremos entre risas, con nostalgia, diciéndonos cosas como «mira qué imbéciles éramos!» luego de unas copas. Quizás incluso a la luz del atardecer, mientras nos preguntamos qué nos deparará el día siguiente.

Volviendo al tema.

Egbert es... hmm...

Empecemos con la fácil: Una molestia. Una disrupción del espacio paradójico, y... detestablemente inevitable.

Es momento de una pequeña confesión que quizás deje en shock a una parte de la audiencia, pero debe ser expresada. Le he tomado cariño. Demasiado como para volver a matarlo, ya sea directa o indirectamente. Me duele un poco aceptarlo, pero hay verdades que no se pueden negar.

Me irrita porque me había prometido a mí mismo que no dejaría que se ponga en mi camino, que no sería un obstáculo a la larga. Me decepciona confesar que... en realidad, sus estúpidas palabras y acciones me tocaron un tanto más de lo que esperaba.

La cercanía dañó gravemente mi objetivo de eliminarlo. Y a esto, le digo bravo.

Te aplaudo, John Egbert. Tu ridícula idea está funcionando. No es algo que hubiera esperado, y sin
embargo, aquí estamos.

Quién hubiera dicho que aquellos murmullos suaves de la vez en que desperté en un sudor frío se hubieran grabado como en piedra, en mi subconsciente. Que sus ojos pasaran de ser fríos y petrificantes ante la falta de aire... a ser lo que más temía ver, por la posibilidad de que lo que encontrase en ellos luego de ésa noche ya no fuera resentimiento o miedo.

Mis malditas felicitaciones, John, por ser tan encantador, por quemarme con tus manos de tal forma que no duela.

Fue un error poner en él tanta confianza.

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