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Ésa tarde, cumpliendo su promesa a Pyrope, Dirk baja al denominado «salón del piano» por todos menos él mismo.

En camino a allá, sin embargo, tiene sus dudas.

Es verdad, John ya se había disculpado por irrumpir en su espacio y eso, a pesar de que no era exactamente él quien debía pedir perdón.

Sin embargo, sigue sintiendo una inquietud al estar en la misma habitación que él, por alguna razón.

Son aquellos ojos. Aún sigue teniendo pesadillas y despertando en sudores fríos, por culpa de la falta de aire.

Puede pensar en ello más tarde. Ahora mismo tiene un encuentro pendiente.

John se encuentra en la habitación, en traje, sentado frente al piano y tocando Rêverie de Claude Debussy.

La melodía resuena por toda la habitación, y por el tamaño de esta, se oye reverberante, casi etérea.

John mueve sus dedos con una suavidad y ligereza que llama la atención, cerrando los ojos y sintiendo la música, una sonrisa relajada demostrando que es tan agradable para él como para sus espectadores.

O espectador, singular, en este caso.

Dirk se mantiene cerca de la entrada nada más, dudando de si debería interrumpir. Él había sido quien solicitó su presencia, después de todo.

Sin embargo, aunque eso quisiera, no podía quitarle los ojos de encima al Heredero. Tan concentrado en lo que hacía, y aún así, parecía lograrlo sin esfuerzo alguno.

Al terminar las últimas notas, permanece en la misma estancia excéntrica, con la cabeza la levantada, hasta que suspira, y relaja los hombros

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Al terminar las últimas notas, permanece en la misma estancia excéntrica, con la cabeza la levantada, hasta que suspira, y relaja los hombros.

Es cuando por fin nota la presencia de Strider, quién permanece en el umbral, con el mismo rostro inexpresivo de siempre.

"Dirk, viniste!" exclama, denotando que no esperaba su asistencia.

Se levanta y da pasos rápidos hasta él, flotando de vez en cuando.

El Príncipe presiona sus dedos sobre el marco de la puerta, por fin entrando y encontrándose con el pelinegro.

"Si, Pyrope no iba dejarme en paz hasta que lo hiciera, por lo que tenía pocas opciones."

Egbert ríe, elevándose y dando un giro en el aire.

"Definitivamente suena como Terezi!"

"Entonces..." comienza Dirk, cruzándose de brazos. Su mirada vuelve a recaer en la corbata amarillo casi neón que desde hace rato le llama la atención. Suspira irritado antes de preguntar: "Qué carajo tienes puesto?"

Contrastes NarrativosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora