Cuando Lan WangJi se despertó sintió que el mundo daba vueltas vertiginosas. La luz que se alcanzaba a filtrar hacia el interior del Jingshi le dio una buena idea de la hora que era y sobre todo le hizo arder los ojos. Se llevó la mano a la cabeza, sujetando y palpando en busca del golpe que ha hecho que le palpite con fuerza. No encontró nada.
Hace un esfuerzo para sentarse en la cama, pero le duele todo el cuerpo. Está aturdido y descolocado. Hay un extraño y agrio sabor dentro de su boca. No le gusta. Lo hace sentir sucio y seco. Quiere agua, necesita que el líquido tenga contacto con su boca para encontrar un poco de alivio. Cierra los ojos, está odiando la luz del sol y la claridad de las paredes del Jingshi; cuando los abre deja la mirada pegada al piso, siguiendo los patrones de los maderos.
Algo suena afuera y la puerta se abre. La luz entra con más fuerza y Lan WangJi se tapa los ojos. El movimiento lo incomoda. Lan XiChen ha llegado y se le queda mirando desde la puerta.
—WangJi, ¿cómo te sientes?
El Jade sólo lo mira, preguntado qué ha pasado.
—¿No... recuerdas?
Niega con la cabeza y al alargar la mano para sujetar el vaso con agua que su hermano le ofrece se queda paralizado. Un fuerte ardor le atraviesa el pecho, justo a la altura del corazón. No se siente como las flagelaciones en su espalda, con la diferencia que lo que hay en su pecho le está quemando o al menos así lo percibe él.
Temeroso baja la mirada, hay un trozo de tela cubriendo el pectoral izquierdo y lo descubre ante la mirada atenta de su hermano. La carne quemada luce grotesca y llena de ampollas, un rojo profano mezclado con hierbas y ungüentos medicinales para aplacar el dolor.
La marca de la secta Qishan Wen está impresa en su cuerpo en el mismo lugar donde Wei WuXian fue quemado para proteger a una joven cultivadora.
Lan WangJi se queda en blanco. No recuerda nada pero las secuelas en su cuerpo le muestran lo que pasó. Mira una vez más a Lan XiChen y este responde:
—Tampoco lo sé.
No hay emociones en el rostro del Jade pero Lan XiChen entiende la pregunta no hecha.
—Cuando volví con los tónicos la barra de hierro estaba en el suelo y tú junto a ella. Te desvaneciste.
Busca dentro de su habitación por cosas que le den una respuesta más amplia, pero todo está perfectamente ordenado. Sólo un par de cosas resaltan: dos jarras de Sonrisa del Emperador, una cajita hecha de jade destruida y la cinta de Wei WuXian.
Lan XiChen comienza a moverse, toma uno que otro instrumento para las curaciones matutinas de su hermano. Cuando se acerca a Lan WangJi éste se gira lo suficiente para darle acceso a su espalda. Retira los trozos de tela que sirven de vendaje y se queda mirando por enésima vez cómo los patrones cruzan uno sobre otro.
Aún pasado el mes desde que fue disciplinado las heridas continúan abiertas por todo el esfuerzo al que se ha sometido. Lan XiChen sabe que cuando llegue el momento en el que Lan Zhan pare y las emociones dejen de estar a flor de piel su cuerpo, herido y agotado, colapsará. Se ha estado moviendo y presionado a sí mismo por mera adrenalina, tanto que cada progreso que su cuerpo dio por su salud fue rebotado.
Después, busca las palabras correctas para iniciar otro tema de igual importancia.
—La condición de Wen Yuan...
—Lan Yuan.
—... de Lan Yuan —se corrige enseguida—, ha mejorado en pocas horas. Los médicos han dicho que de haber tardado más en darle atención médica es posible que no sobreviviera. Sin embargo, debido a la fiebre tan alta es posible que queden secuelas graves.
ESTÁS LEYENDO
Recuerdos impregnados del primer amor | v.2 | Lan MeiLing
FantasyVersión editada. "...Para el trigésimo tercer azote, los discípulos de la secta Lan sostenían ya los brazos de Lan WangJi. Los ropajes blancos colgaban hechos jirones y se tintaban de un rojo tan intenso como las granadas cuando son aplastadas...". ...