Capítulo 9 - Reencuentro; final.

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"... y, sin embargo, sigues

unido a mi existencia.

Y si vivo cien años,

cien años pienso en ti..."

—Pedro Infante, Cien años.


Después de lo ocurrido dentro de la Villa Mo la caravana de la secta Lan se movió por distintas zonas, escuchaban los llamados de las personas que al verlos pedían ayuda y usaron todo aquello como entrenamiento.

Lan SiZhui estuvo un poco decaído. Lan JingYi habló con él. Le hizo saber a su amigo que si bien no pudieron salvar las vidas de la familia Mo su liderazgo fue fuerte y ayudó a salvar las de muchas más personas como lo eran los sirvientes. Incluso las de ellos, pues, aún con miedo a la situación desconocida, no se dejó amedrentar y siguió brindando estrategias como el líder de equipo que era.

Así que después de una breve charla la sonrisa decaída de Lan SiZhui se convirtió en una sincera y tímida antes de seguir adelante.

A los pocos días de andar en su camino de regreso a Gusu algunos rumores llegaron a ellos. Se decía que, en una montaña cercana, la Montaña Dafan, había una bestia roba-almas que arrebató las almas de siete personas en un corto período de tiempo después de que un aluvión y un rayo destrozaran varias tumbas que residían por la montaña. Por lo tanto, muchas sectas estaban por congregarse en el área para capturar a la bestia y llevarse el prestigio por la hazaña.

Lan WangJi dirigió la caravana hacia ese lugar. No por el prestigio, sino porque sería de buen entrenamiento para sus juniors y porque él mismo podía ser de ayuda en caso de que cualquier cosa se saliera de control.

Llegaron al por la tarde y se sorprendieron por la enorme cantidad de cultivadores que habían ido. Parecía que los rumores llevaban alas porque a cada lugar al que volteaban distintas sectas aparecían. La mayoría de ellas eran pequeñas pero poco tiempo después de su llegada y de que entraran a la zona de caza se dieron cuenta de que en realidad no sólo habían ido sectas pequeñas. La secta LanLing-Jin y la secta Yunmeng Jiang también decidido hacer acto de presencia.

De hecho, la secta Jiang hizo mucho más que sólo ir. A los minutos de estar explorando el lugar se escucharon varias quejas de otros cultivadores que se iban del lugar maldiciendo por lo bajo a aquellas dos sectas ligadas por sangre. Claro está, sólo se atrevían a hablar cuando se sabían ya muy lejos de los oídos del líder Jiang.

—Todo por culpa de ese niño malcriado —Lan SiZhui escuchó a alguien que pasó a su lado.

Sabía muy bien a qué niño se refería. Con casi quince años Jin Ling se convirtió poco a poco en un adolescente aislado de los demás. Se la vivía paseando solo con su perro y no tenía amigos. Lan SiZhui y Lan JingYi tampoco podían considerarse como tal aún si gustaran de hacerlo pues miraron al chico en los últimos años y cuando lo hacían se veía más neurótico y esquivo. Como si no quisiera tener a nadie a su lado para mostrar fortaleza aun cuando lloraba por amigos que pudieran entenderlo.

Fueron escuchando muchos comentarios como ese mientras subían a la montaña y si bien medio entendían por qué renegaban de tío y sobrino y el miedo que el líder Jiang Cheng podía dar, no entendían por qué se iban. Lo entendieron después. En la zona de caza se instalaron más de cuatrocientas redes atrapa-deidades de alta calidad y además se corrió una ligera pero contundente amenaza de parte de Jiang Cheng sobre entrar a la zona. Quería todo el prestigio para su sobrino aún si tenía que derrochar una absurda cantidad de dinero y correr a medio mundo del lugar.

Recuerdos impregnados del primer amor | v.2 | Lan MeiLingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora