Capítulo 1 - Jade derrocado; segunda parte.

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Wei WuXian por fin murió.

Todo terminó en Laun Zang Hill cuando Jiang Cheng lideró a los cuatro grandes clanes de la cultivación y otros menores hacia la guarida del que una vez fuese su hermano y compañero de aventuras. Los cadáveres feroces se volcaron contra su amo cuando la cultivación demoníaca terminó de hacer estragos en la mente inestable del Patriarca Yiling. Muerto por sus propias marionetas.

No quedó ni un solo rastro de él ni del Sello de Tigre Estigio.

Se fue cruelmente.

Había muerto.

Muerto.

Lan WangJi sintió el mundo dando vueltas y un pitido agudo y doloroso atravesarle los oídos. Quería sostenerse de algo aun cuando su cuerpo seguía recostado para no dañar sus heridas. Las palabras de Lan XiChen le iban machacando el alma una por una.

Podía sentir la bilis subir por la garganta, quemándolo.

Wei Ying murió. ¿Hace cuánto? ¿Ese mismo día o en días anteriores? ¿Cuánto fue lo que sufrió? ¿Por qué no lo pudo proteger? ¿Por qué no estuvo ahí para él? Wei Ying...

Lan XiChen lo observó con cautela: el menor de los Jades ya no respondía a sus llamados. Estaba ido y casi tan pálido como cuando recibió los azotes en la espalda. Su respiración se oía pesada y parecía estar a punto de perder la cordura, o quizá ya la había perdido. El ambiente de volvió tan pesado que Lan XiChen sintió asfixiarse y con rapidez se llevó a Liebing a los labios para tocar Armonía, sin embargo, antes de que fuera capaz de producir nota alguna Lan WangJi habló.

—No.

—WangJi...

—¿Cuándo?

—WangJi...

—Hermano, por favor.

Aquello último salió en un susurro lamentable, pero a pesar de las súplicas de su hermano Lan XiChen no pudo hacer nada más que agachar la cabeza y dejar la mirada fija en Liebing. Lan WangJi quería saber inclusive los más oscuros detalles, pero no podía hacerlo, no podía lastimarlo más.

Lan XiChen cerró la puerta del Jingshi y lanzó un agotado suspiro al aire. La noche estaba fría pero el cielo lucía tan limpio y brillante que se quedó contemplando su belleza por unos minutos. Brisa fresca y refrescante. No parecía el clima adecuado para lo que se estaba viviendo. Inclusive parecía que el cielo estaba contento. Ya eran pasadas las nueve de la noche, el toque de queda del Receso de las Nubes despejó todos los pasillos y atrajo un estremecedor silencio. Echó un último vistazo y se encaminó a su residencia, el Hanshi, con el corazón pesado.

Con esfuerzo sobrehumano y reabriendo las heridas que le rompían la espalda, Lan WangJi logró sentarse sobre el diván. Un mareo intenso le nubló la vista, pasó de claridad a un negro oscuro con pequeños destellos de luz mientras intentaba enfocar. Estuvo demasiado tiempo recostado para sanar y ahora podía sentir la humedad de la sangre atravesando el vendaje.

Sus piernas se sintieron tan inestables como el agua cuando intentó mantenerse de pie. Le ardía la espalda con espeluznante vigor. Sostenerse en aquella condición era sumamente difícil e hizo uso de toda su fuerza para no ceder y derrumbarse sobre el piso, o lo que se mantuviera cerca. Después de unos minutos en la misma posición en la que buscó erguir su figura avanzó para encontrar sus ropajes. «Ropa de Luto», pensó en las palabras en Wei Ying al ver la túnica blanca en sus manos.

Cambiarse fue tortuoso. Por cada movimiento apretaba los dientes con más y más fuerza, una suerte que no se los tronara. Para cuando terminó y empuñó a Bichen faltaban menos de dos horas para que dieran las cinco de la mañana. Tenía que salir de los Recesos de las Nubes tan pronto como su cuerpo lo permitiera o sería retenido y eso era algo que no podía permitirse. Debía ir a Laun Zang Hill, tenía que ver con sus propios ojos lo que sucedió en el lugar. Ver si Wei WuXian...

Recuerdos impregnados del primer amor | v.2 | Lan MeiLingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora