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A paso apresurado me dirijo a la institución, bastante agitado y mareado por la rapidez que hice al levantarme.

Mi corazón estaba golpeteando contra mi pecho como si hubiese corrido una maratón.

Me acerqué a la parada del autobús esperando que uno llegue lo más rápido posible y se detenga.

Pero no pasó.

Miraba la pantalla de mi celular para ver la hora, pero ésta me estaba pasando los talones.

¡No tenía tiempo!

10 minutos para comenzar la primera clase.

¡No voy a llegar!

Comencé a andar, corriendo por el temor a llegar tarde —una vez más— a clases.

Llegué a la hora menos esperada, había tardado 20 minutos en llegar y era seguro que el profesor iba a mandarme a la mierda.

Me situé en frente de la puerta del aula que yacía cerrada.

Solté una bocanada de aire antes de tocar.

Y en minutos, abrió.

—Nathan —pronunció con desaprobación.

Le mostré una mediana sonrisa apenado.

—¿Puedo entrar?

—Ya son cinco veces que llegas tarde —mencionó mirándome con molestia e irritación.

Me removí en el lugar incómodo por no saber qué decir.

Tenía bastante razón, he llegado tarde en varias ocasiones. Una excusa no me salvará ésta vez.

—No se repetir...

—Ya pasa —me interrumpió con hastío.

Entré lo más rápido posible antes que pueda arrepentirse.

Me senté en uno de los asientos de atrás, y pude ver a Layla ocultando la risa al verme.

Sonreí al hacer contacto con sus ojos.

Era tan hermosa.

—Buenas tardes jóvenes —habló el profesor, llevé mi vista a él, y saqué todo lo necesario para la clase de hoy.

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—Me pueden descubrir Nathan—dijo una Layla dudosa. Le sostuve la cara con delicadeza, y le di una sonrisa reconfortante.

—No lo harán, te lo prometo.

Layla llevó la vista a otra parte, luego lo llevó a mi. Me encantaba verla directa a sus ojos, me perdían en ellos.

Ella asintió con una sonrisa, y yo por dentro estaba feliz como un niño.

—Está bien—cuando las palabras salieron de su boca, no pude evitar darle un beso, su boca se veía tan tentadora, así que le di un beso corto.

Le había dicho a Layla para ir a la playa, —sé que suena descabellado, lo sé —pero ya tenía todo planeado. Delia, era mi cómplice. Sabia que, si le contábamos a nuestros padres, nos iban a decir un rotundo "No" como respuesta, así que, en pocas palabras... Nos vamos a escapar.

Estoy jugando con fuego eso lo sé, pero no tengo miedo de quemarme un poco.

Tenia hasta el transporte y todo, como sabía que no le podía pedir el carro a mi papá, pues, sospecharía e iba a empezar con su interrogatorio, preferí pedirle el auto a mi abuelo, que sin dudarlo me lo prestó sin ningún problema. Delia se encargó de los padres de Layla, habló con ellos y les dijo que la chica iba hacer una pijamada en su casa, y como los padres de Layla confían en los padres de Delia, no dudaron en decir que sí.

Chica Flaca    [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora