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Muchas veces me veo en el espejo, y me doy un vistazo largo. Duro minutos viéndome, viendo cada falla de mi cuerpo, no hay nada bonito, ni uno pequeño. Brazos flacos, piernas flacas, todo flaco, excepto el abdomen. Sí, muchas personas piensan que uno por ser flaco, también tiene abdomen definido, pero no es así. Mi grasa en ves de irse por mis brazos, piernas, senos o hasta las nalgas, se va a mi abdomen.

Para mi, siempre se ha visto horrible, que una persona flaca como yo, no tenga un abdomen plano como muchas chicas flaca los tienen. ¿Por qué yo no puedo ser de unas de esas flacas? ¿Por qué no puedo ser una flaca bonita? ¿Por qué hay tantos fallos en mi?

La mayoría de veces, estas y miles de preguntan me inundan, hasta llegar un punto en que me deja una crisis. Llorar, y llorar y llorar es lo que hago casi todas las noches, es la manera en que me desahogo, llorando.

Así como lo estoy haciendo ahorita.

Son las 12:00 a.m. y mis lágrimas recorren mis mejillas con rapidez. Es una de mis típicas crisis, ya se ha vuelto una rutina.

¿Qué si mis padres lo saben? Obviamente que no.

No quiero darles un peso, no quiero hacerlos preocupar. Pero yo misma me he dado cuenta que todo esto me ha creado ansiedad. También, me ha creado inseguridad. Soy insegura para todo, hasta para hablar, tanto así que la mayoría de veces me trabo al hablar, porque pienso que lo que voy a decir puede ser que no de risa, o que esté equivocada, y termino diciendo otra cosa mezclado con otra, y mi lengua se vuelve un ocho.

Es duro para mí escuchar palabras que hieren sobre mi físico. Me baja todo el ánimo al suelo, y llegando así al punto de entrar a mis crisis de rutina.

Lloro tanto que cuando me quedo dormida, y al día siguiente me despierto, despierto con un fuerte dolor de cabeza.

Mi pecho duele, mis ojos arden.

Cada sollozo me duele más. Una tras otras y tras otras lagrimas, caen al suelo de madera. Mis piernas flacas esta pegadas a mi pechos, mientras que mis brazos debiluchos los rodean, y mi rostro empapada está escondida dentro de esta.

Un fuerte relámpago hace que me sobresalte, pero vuelvo a la posición que estaba. Mi padre me cuenta que una vez cuando él estaba pequeño, su mamá—mi abuela le decía que casa vez que había un relámpago era porque a Dios se le caía el televisor, o algo del armario.

Mamá me da miedo los relámpagos—dijo mi papá de pequeño, que estaba asustado y se encontraba en su cama.

—No le debes temer, son relámpagos nada más, luego pasará y saldrá un hermoso arcoíris, y el sola acompañándola—le respondió su mamá, con una voz dulce al niño que estaba aterrado.

—Pero se escuchan muy fuerte mamá.

—¿Te cuento un secreto?—asintió el niño—¿Sabías que cuando hay relámpagos es porque a Dios se le caen las cosas.

Dicho esto, hubo otro relámpago.

—Como este por ejemplo—prosiguió la mamá—¿lo escuchaste?

—Sí—respondió el niño, que poco a poco se está tranquilizando.

—Ése relámpago fue porque a Dios se le cayó el televisor. Tendrá que comprar otro—dijo y ambos soltaron unas carcajadas—No temas, siempre al final de un relámpago o de un huracán, siempre saldrá el Sol, acompañado del arcoíris, brillando. Brillando a más que nada.—dijo su mamá con una voz tierna, abrazando a su hijo que ya está tranquilo.

***

Al día siguiente despierto con un fuerte dolor de cabeza. Me llevo un mano a donde siento la punzada y me lo masajeo para aliviarlo, pero al final no logro disminuirlo.

Chica Flaca    [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora