3

570 61 1
                                    

Siento la plama de una mano en mi hombro que me agita suavemente.

—Hija, despierta, es hora de ir a clases—dice mi mamá.

Suelto un gruñido, y me escondo debajo de la sábanas.

—Cinco minutos más, por favor—supliqué.

—Se te va hacer tarde, así que levántate, antes de que yo te levante con agua fría.

Vuelvo a gruñir, y me quito la sábana de encima. Mi cabello está revuelto por toda mi cara. Cuando abro los ojos, me encuentro a mi madre, sosteniendo una cesta de ropa, y con una sonrisa formada en su cara.

—Buenos Días—dice con dulzura— de igual modos te tienes que bañar con agua fría, el calentador se dañó.

Me vuelvo a cubrir con la sábana.

Será un día largo.

***

—¡En cinco minutos quiero que estés lista Layla!—grita mi mamá.

—¡Ya casi estoy!

Me volví a quedar dormida, así que se me está haciendo tarde para ir a la institución.

Me coloco rápidamente la camisa, hago todo lo posible para que quede lo más lisa posible, (se me olvidó planchar el uniforme) pero suelto un suspiro de frustración porque la camisa vuelve a como estaba, arrugada. Intento arreglarme un poco mejor, pero como siempre a mi me queda todo mal.

Algunas veces me pregunto: ¿cuándo podré ser bonita? ¿Algún día dejaré de ser flaca y tendré un buen cuerpo? ¿Seré flaca para toda la vida? ¿Alguien se enamorará de mi?

Sí, algunas veces se me hincha la cabeza de tantas preguntas. Solo espero que con el tiempo se puedan responder.

—¡Layla baja ya!—grita nuevamente mi madre.

Salgo de mis pensamientos, y recojo todo rápidamente, guardando bruscamente todas las cosas en mi bolso.

Me veo en el espejo por última vez, y me medio acomodo el cabello, y salgo disparada de mi cuarto.

Abajo, en la cocina, encuentro a mi madre sirviéndome el desayuno.

—Para la próxima te voy a echar agua fría, ya verás—dice mi mamá entredientes.

Yo solo le doy una sonrisa, agarro mi plato con unos exquisito panes tostados con huevo, junto a un jugo de naranja y me dispongo a sentarme en el mesón.

—Tienes cinco minutos para comerte el desayuno, ya vamos sobre la hora—dice mi mamá.

Suelto un bufido, y asiento.

Así que rápidamente me dispongo a comer mi desayuno, (que casi me ahogo por cierto), y me tomo rápido el jugo.

Mi mamá empieza a tocar la bocina del auto, y me empieza a gritar cosas que no logro entender.

—¡Ya voy!—grito por milésima vez del día.

Recojo mi bolso que se encontraba en el sofá, y salgo de la casa, cerrando así la puerta detrás de mi. Me subo en el auto, y apenas cerré la puerta, mi mamá arranca.

—Por poco y queda mi pies afuera—me quejo.

—Yo no te mandé a dormirte otra vez—contraataca mi mamá.

No digo nada, pues, es cierto. Así que solo me pongo a ver la ciudad por la ventana.

Después de uno quince minutos, llegamos a la institución. Le doy un beso en la mejilla a mi mamá, y salgo velozmente del carro, escucho  que mi mamá grita que me ama mucho, yo me volteo y le doy una sonrisa.

Chica Flaca    [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora