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La vista es impresionante. Las olas al chocar con las rocas, emiten un sonido relajante. Todo en sí, es calma pura. El viento hace revolotear mi cabello en diferentes direcciones. No puedo evitar inhalar una bocanada de aire, hasta llenar por completo mis pulmones, de puro aire refrescante. Cierro los ojos y disfruto del momento. Del viento como eriza mi piel, de las olas chocar con las rocas, del aroma al mar, y todo lo demás.

Abro los ojos y me giro para encontrarme con la mirada de Nathan, él la desvía rápidamente rojo como un tomate. Despliego una sonrisa.

—Es increíble—murmuré sin dejar de sonreir.

Nathan asiente concuerdo conmigo.

—Más que increíble, es... relajante.

—Súper relajante—coincidí.

Empezamos a bajar todo del carro, en una pequeña canasta. Me quito las sandalias, y entierro mis pies en la suave arena. Nathan empieza a buscar un lugar con sombras para poder sentarnos, mientras yo sigo jugando con la arena bajo mis pies. Escucho un silbido desde lejos y levanto mi vista, Nathan me hace seña con su manos para acercarme a él.

Cuando llego a él, puedo notar que hay un gran tronco de costado en la arena, además hay una pequeña casita hecha de ramas con hojas secas de palmeras. 

—¿Y esto...?

—Lo usan las personas que pescan—me explicó—, algunas veces, tienen que venir en la madrugada, y dejar las cosas en un lugar seguro, y por eso construyeron esto—señaló el lugar.

—Es fascinante—susurré.

—Sí que lo es—coincidió.

—No es la primera vez que vienes a este lugar, ¿Verdad?—sonreí.

—Solía venir con Ashly—suspiró melancólico—ella era fanática de la playa. Solía sentarse en la arena para escuchar las olas.

Llevé mi vista a él, miraba el mar y en sus ojos podía ver tranquilidad. Esa es una de las razones por el cual me gusta ver sus ojos, puedes ver el propio mar en ellos, tranquilidad y una pizca de brillo es lo que puedes encontrar.

Él llevó su vista a mi, y nos quedamos mirando por varios segundos en total silencio. No me había percatado en los pequeños detalles de su rostro, como lo que son: la pequeña cicatriz que tiene en su frente, que a penas y se ve. Sus cejas gruesas y largas, sus labios carnosos y rosados, y su nariz perfilada.

Fui yo la que rompió el contacto.

—Creo que tenemos algo en común—objeté sonriendo —sentarnos en la arena y escuchar las olas.

—Genera paz—respondió Nathan.

—Te llenas el alma de aire pura, generando paz interior. Por eso dicen que la playa es mágica, un lugar adecuado para escaparse —reí—, pero también un lugar para reflexionar, cambiar de opinión o aclararlas. Aquí es donde tu pensamientos y emociones se unen, creando una sensación bonita y agradable. No hay nada mejor que sentirse mejor con uno mismo.

—Y es por eso que te traje aquí.

Miré a Nathan extrañada.

—¿Por qué?

—Porque quiero que te sientas bien contigo misma.

***
Busqué un lugar adecuado para cambiarme. Los baños quedan lejos de donde estamos, y no quería caminar, así que me alejé lo suficiente, y en un lugar donde hay pura ramas con hojas secas de palmera, fue donde me cambié.

Y entonces más inseguridades empezaron a surgir. Para nadie es sorpresa que no me gusta usar traje de baños, por varias razones, y una de ella es:

Chica Flaca    [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora