Viktor
13 de marzo, 2014
Me permito recargar mi cabeza del respaldo del asiento a la vez que cierro los ojos. Necesito relajarme. Solo serán un par de horas antes de poder descansar sobre una mullida y cómoda cama de hotel en alguna ciudad apantallante. Pero, hasta que consiga esa cama, no estaría mal dormitar un poco en este cómodo asiento primera clase.
—¡Maldición! ¿Dónde diablos están mis audífonos? —se escucha desde la parte de atrás.
—Ya te he dicho que aprendas a ser ordenado, pero nunca haces caso —responde una voz femenina desde algún sitio por delante de mí.
—Ah, es que tu debes ser muy ordenada, ¿no es cierto? —dice una nueva voz desde el asiento junto al mío.
—Cierra la boca, nadie te preguntó.
Y es así como una discusión estalla a mi alrededor. Agradezco al cielo haber tenido la oportunidad de aprender a ignorar este tipo de cosas, han sido años de experiencia. Me acomodo un poco mejor metiendo las manos en los bolsillos de mi sudadera, me concentro en descansar, mi cuerpo me lo implora. Y es así, con alegres gritos, que consigo conciliar el sueño antes de que alguien me haga participe del drama.
La luz que entra por la ventanilla me despierta. Todo es silencio, salvo por esos ligeros sonidos usuales en un avión. Parpadeo un par de veces para ajustar mejor mi visión. Me arrepiento de no haber cerrado la cortinilla antes de dormirme, pero apenas veo como el cielo se tiñe de colores rosas y albaricoques, ese arrepentimiento se esfuma. Esta vista vale completamente el despertar al amanecer.
Saco mi celular y capturo un vídeo y un par de fotos del cielo. Cuando quedo satisfecho con los resultados abro la aplicación de Instagram y cambio de mi perfil público a mi cuenta anónima donde suelo publicar fotos de paisajes y lugares hermosos de cada país al cual vamos. Procuro publicar siempre aleatoriamente, para que nadie lo suficientemente perspicaz relacione la cuenta conmigo.
Esta cuenta es como un pequeño escape para mí, el lugar donde puedo ser solo una persona más y no la figura pública que soy. Las 40 mil personas que siguen el perfil lo hacen por las fotos, por los mensajes, no por quién soy o lo que soy. Lo hacen por la belleza, por las luces y colores. Cada comentario es sincero, real. Nada que busque captar mi atención o destacar sobre los demás.
«Suelen decir que el cielo es el límite... Creo que no existe límite más hermoso». —Nick
Termino de escribir el pie de foto y posteo las imágenes que acabo de tomar. Cinco minutos después ya tengo likes y comentarios. A algunos les doy que me gustan, otros los respondo y es así como paso media hora antes de dedicarme a revisar los mensajes en la bandeja de entrada. Respondo unos cuantos, otros simplemente los leo.
Bajando un poco más me topo con un chat del cual tengo varios mensajes. Se trata de un curioso usuario @sueñosfrustrados. Abro el chat y me pongo a leer los dieciséis mensajes que me ha mandado.
«Acabo de descubrir tu cuenta. ¡Dios! ¡Qué bellas imágenes!»
«¿Se te ocurre a ti lo que escribes con cada foto o lo sacas de algún sitio?»
«¿Acaso eres poeta? La última foto que subiste, esa hermosa vista del mar y ese precioso mensaje. Wow».
«Con 23 mil seguidores sé que es poco probable que leas mis mensajes, pero si un día lo haces, por favor, dedícame una foto».
Continúo leyendo, casi todos son comentarios sobre las fotos y los lugares, pero los dos últimos consiguen completamente remover algo en mí, picar mi curiosidad.
«Hoy sentí algo feo al ver esa foto del cielo estrellado. No feo por la foto en sí, feo porque... Dios. Es una foto hermosa. Todas tus fotos son hermosas. Quisiera tener la oportunidad que tú tienes. Viajar, conocer, fotografiar la belleza del lugar más simple en el sitio más escondido del planeta. Qué suerte tienes, te envidio por ello».
«Creo que mi último mensaje se entendió todo mal. Es decir, sí te envidio, pero no deseo nada malo para ti. ¡Todo lo contrario! ¡Viaja! Continúa compartiendo tus experiencias. Es solo que, me gustaría tener tu oportunidad. Me gustaría ver la belleza del mundo al igual que tú. Es mi sueño, todo lo que podría querer en la vida. En fin, solo espero no me malinterpretes. Por favor, no me bloquees. Te deseo todo lo mejor. Mucho amor, paz y boletos de avión. :D».
Después de leer todos los mensajes me meto en el perfil de @sueñosfrustrados. Es una cuenta pequeña, con menos de cinco mil seguidores y 105 fotografías. Lo primero que noto es un feed a blanco y negro. Reconozco Manhattan en un par de imágenes, también está Coney Island y el Golden Gate. Bajo un poco más y entonces me topo con una imagen, la única a color.
Se trata de una chica a contra luz, de ella únicamente sombras. Tiene el rosto viendo al cielo, el cabello alborotado, ni un solo rasgo distinguible y de fondo un precioso atardecer que baña de dorados y naranjas el bosque tras ella. Es una imagen sencilla, pero completamente hermosa. Todo en la imagen, cada cosa, cada brizna distinguible, cada tonalidad, cada sombra. Es perfecta y me hace sentir muchas cosas.
Es inevitable darle corazón y, siendo un poco extraño, le tomo captura para guardarla en mi galería. Escribo un comentario, no tan largo, pero sí de varias líneas. Sigo la cuenta y regreso al chat. Me debato un momento, pero sería ridículo no responder a todos los mensajes que me ha dejado. Así que, después de meditar un momento, comienzo a escribirle una respuesta a todos los mensajes que me ha escrito y me entretengo en ello hasta que el avión está por aterrizar.
Antes de cambiar de cuenta veo que entra un mensaje. Mis labios se tuercen en una sonrisa. No puedo responder ahora mismo, pero, en cuanto pueda, veré lo que Sueños Frustrados me ha escrito. Será sin duda interesante de leer.
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Prototype Música y Contraste [Serie Fama y Gloria #1]
RomanceUn músico aclamado que vive el sueño de su vida. Una fotógrafa frustrada que está estancada en donde no desea. Dos cuentas anónimas que unen sus caminos. Un sentimiento que crecerá más allá del entendimiento. Un romance con fotografía, acústica...