Capítulo 2

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Lauren

Que si abuela, me quedaré contigo. Te prometí que te traería y lo hice, créeme si llegué acá es porque estoy propuesta a entrar contigo.- Era la cuarta vez que me preguntaba, si entraría a la misa con ella.

Que raro tú, quizá te diste cuenta de que estoy vieja y me tienes pena. ¿O acaso piensas confesarte con el padre Luciano? Te recuerdo que solo tengo una hora, Lauren y si piensas contarle todos tus pecados. Deberías encerrarte un mes entero, en el confesionario. - Siempre tan amorosa, no pienso contarle mis pecados a nadie. Y menos a un cura.

Si querría contarle mis pegados a alguien, lo haría con Brit o no lo sé, quizá con Brad o Liam. Pero no con un cura y lo sabes.- Volví la vista hacia el camino, aunque tener un accidente sería más alegre y divertido que ir a la iglesia. Necesitaba que mi abuela llegara viva, aunque ella sería capaz de ir caminando, en total de no perderse de aquel palabrerío.

Hace mucho no veo a Brit, ella es una buena mujer. ¿Como va con su carrera?- Mi abuela siempre quiso mucho a Brit, más haya de que seamos unas, muy cercanas amigas. La conoce desde que éramos unas crías, entonces se ganó todo su amor y cariño.

Bien, le pone muchísimo empeño. Además de que ya está por terminarla, por eso mismo está muy colada en los estudios.- Deje ese último comentario, mientras estacionaba la camioneta con cuidado.

Si tú sigues así, pronto la terminarás. ¿Verdad?- Dios te oiga, abuela. Dios te oiga.

Seguro que si, al menos esos son mis planes.- Desabroché mi cinturón y bajé rápidamente del auto. Mire hacia el cielo despejado, era un día  hermoso, aunque demasiado sol para tanto frío.

Apúrate, Lauren. O llegaremos más tarde que Antonia y soy capaz de matarte si eso pasa, la vieja despreciable siempre quiere mi puesto. -Antonia es su vecina, viven discutiendo. Al principio solo eran bromas, pero una vez las encontramos casi agarradas de los pelos, por una bolsa de basura. El marido de Antonia, tiene alzheimer. El pobre se confundió de cesto y casi nace la tercera guerra mundial por ello, se desprecian mutuamente.

No creo que Antonia llegue veinte minutos antes, como tú. - Mi abuela levantó la mirada, para luego pegarme en la rodilla, con la punta de su bastón.

Auch ¿Qué te hice?- Me queje, mientras tiraba de su mano y ayudaba a bajarla del auto.

Por hablar de más, debes callarte  y accionar un poco más.- Cerré la puerta, para luego cruzar la calle y caminar hacia la capilla en silencio, no quería otro regaño.

Hoy conocerás a Karla, Dinah y Ally. Ellas son las nuevas novicias, aunque tú no conoces a nadie. El resto son las mismas que te retaban, cuando robabas las limosnas. Solo que tienen unos años más, junto a algunas arrugas- Intente no reírme ante su comentario, en la puerta se encontraban cuatro monjas. Aunque me abuela me corregiría y diría que son novicias, por el color de su hábito. Nos acercábamos a paso lento, giré la mirada hacia la camioneta. Dándole un último vistazo, intentando que no se me olvide en donde la deje.

Doña, Angie. Buenos días, estábamos esperándola.- Apenas escuché aquella dulce voz, giré mi rostro hacia su dueña. Dos mujeres con hábito celeste estaban paradas en frente nuestro, una de ellas era un poco pequeña, de su cofia se asomaba un pequeño mechón de cabello rubio.
Mientras la otra... Era un poco más bajita que yo, pero tenía unos bellísimos ojos marrones y unos hermosos labios gruesos, a diferencia de la anterior ella tenía pelo oscuro. Mierda, demasiado bonita para ser una novicia.

Buenos días, jovencitas. Llegamos un poco tarde porque mi nieta se quedó dormida, lo siento.- ¿Tarde? La misa empieza ocho y media, y apenas son y cuarto.
Aquel pensamiento alejo de mi mente, la belleza de la mujer en frente de mi. Si mi abuela leería mis pensamientos, seguro ya hubiese enterrado su bastón en mi pie.

Amor a DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora