Lauren
Abrí los ojos lentamente, gracias a unos extraños movimientos a mi alrededor.
Banana, basta.- Removí mi cuerpo sobre las mantas, hablándole al pequeño e insoportable gato de mi hermana.
Pero los movimientos siguieron, para terminar sintiendo una suave respiración en mi barbilla y entonces mis ojos se abrieron con rapidez. Encontrándome con una cabellera oscura casi a la altura de mis ojos, no era Banana. Mi cuerpo se paralizó, intentando entender la situación, pero entonces todos los recuerdos me invadieron.
¡La novicia!
Intenté moverme con suavidad, distanciándome de su rostro. Podía sentir su pierna derecha entre las mías, como también sentía su brazo en mi cintura, su tacto quemaba sobre mi piel y era imposible de pasarlo por alto.
Aleje un poco más mi cabeza, encontrándome con sus ojos aún cerrados y su bella nariz un poco roja, entonces aquel instinto brotó de mi y toque su brazo. Estudiando su temperatura corporal, ella estaba helada y su nariz la delataba.
¿Qué hago? Si me muevo y la cubro con la manta, posiblemente se despertará.
Levante un poco mi rostro, mirando hacia el despertador sobre la mesa de luz. 4:30 A.M. Aún era demasiado temprano. El cuarto era iluminado por una temprana capa de luz, apenas estaba amaneciendo. Luego de pensar algunos segundos y terminar de consultarlo con la almohada, algo me dijo que simplemente la abrazara, hasta que ella recuperara el calor de su cuerpo.
Y así fue, mi brazo izquierdo rodeó su cuerpo, apretándola contra el mío. La morocha se acomodó aún más, escondiendo su rostro en mi cuello. Su perfume me ahogaba, era maravilloso, jazmín y rosas. Nuestras piernas se entrelazaron una vez más y por un momento, todo era perfecto. Debía esperar algunos minutos hasta que su cuerpo se caliente, pero aquel rico perfume y la extraordinaria sensación de su cuerpo contra el mío, solo lograron que de pronto mis párpados pesaran y no se en que momento, termine durmiéndome abrazada a Karla. Lo que si tenía en claro, era que deseaba dormir el resto de mi vida ahí, contra su cuerpo.Lauren, Lauren... LAUREN.- Mierda, me removí en la cama tapando la luz que entraba por la ventana, con mi brazo.
¿Qué?- Respondí, sin importancia.
Son las ocho y acabo de escuchar a tu familia.- Niña, eres insoportable.
¿Y qué? Puedes irte, fue una buena noche.- Respondí, para darme vuelta y cubrirme con la sábana. Entre dormida, sentí un leve peso sobre el colchón, para luego una mano acariciar mi rostro. En ese momento mi mente se aclaró, en tiempo y espacio. Pero su tacto solo me relajo aún más, aunque ella pensara que aún estaba dormida. No era una simple chica con la que había pasado la noche, era mi novicia- No nos acostamos ¿Verdad?- Pregunte en susurros, logrando que Karla parara sus caricias.
Mmm no, Soy Karla.- Abrí mis ojos abruptamente, sentándome en la cama de la misma manera.
¿Qué hora es?- Pregunté mientras me podía de pie, frotándome los ojos.
Pasadas las ocho, Lauren.- Levante la mirada, encontrándome con una Karla ya lista, con su hábito incluido.
Ay, te veías mas linda ayer.- Acoté tambaleándome, aún un poco dormida. Cuando mis neuronas conectaron, pensando en lo que había dicho, levante la mirada una vez más. La novicia me miraba sonrojada y un tanto sorprendida.- NO, Es un decir. Calladita te veías más bonita, ayer. Eso quería decir, perdón.- Las palabras brotaron con rapidez, asustada de mis propios actos. - Bueno, mejor dejo de hablar y bajamos. ¿Te parece?- Luego de algunos minutos más allí, nos dignamos a bajar. Ambas ya cambiadas y listas para desayunar, pero en cuanto pusimos un pie en la cocina, los cinco pares de ojos presentes nos miraron.
Chris.- Mi hermano estaba sentado al lado de mi abuela, corrí hacia él sin pensarlo dos veces. Llevaba unos largos cinco meses, fuera de la ciudad.
Nos abrazamos, mientras ambos nos reíamos por nuestra propia emoción. - Te extrañe tanto.- Era mi pequeño hermanito, una de las personas más importantes en mi vida.

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Amor a Dios
FanficMi madre siempre pensó, que me enamoraría y formaría una familia. Junto a un hombre amoroso y dedicado, con unos hermosos y traviesos niños. Pero luego sus pensamientos se hicieron añicos, cuando me vio besando a mi mejor amiga, tenía trece años. P...