Capítulo 5

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Lauren

Intenta no dormirte en el camino.- Acotó Julián, mientras salíamos del bar "Traguiños".
Mi horario había terminado, aunque apenas tenía tiempo para acercarme hasta casa y cambiarme de ropa. Hoy nos tocó limpieza, nos quedamos hasta las siete de la mañana ordenando y despertando algún que otro, borracho.
Mire el reloj una última vez, antes de subir a la camioneta y dirigirme hacia la iglesia. Hoy vestía un poco más formal y atractiva. Tenía un buen autoestima, entonces debía aprovecharlo. Vestí unas botas negras y unos jeans blancos, rotos obviamente. Junto a una camisa del mismo color, aunque mi saco negro, le daba el sentido a toda mi vestimenta, me veía genial. Tenía que admitirlo, aveces podría verme como una rockera y aveces como toda una secretaria.
Una vez en la puerta de la parroquia, di dos pequeños toques en la gran puerta. Los niños del colegio ya habían entrado, entonces el frente de esta estaba completamente solitaria.

Buenos días, Señorita Jauregui.- Abrió la puerta una chica pequeña y rubia. La misma que hace dos días atrás, estaba con Karla. Mi abuela dijo que se llamaba Ally y era una de las más cercanas a la novicia.

Buenos días, hermana. Venia para encontrarme con el padre Luciano.- Ella asintió, para luego abrir un poco más la puerta. Dándome permiso a entrar.

Si, él estaba esperándola. Está en la sacristía, puedes entrar.- Asentí, antes de dedicarle una pequeña sonrisa y caminar hacia los pasillos del convento. Una vez en el, mis ojos la buscaron por todos lados, aunque sabia que quizá no la vería. Las monjas y novicias caminaban por los pasillos, ya estaban todas bien despiertas. Segundo mi abuela, ellas debían levantarse a las cinco y media, para dar su oración a las seis. Una locura, apenas me levantaba para comer, jamás lo haría solo para orar.
Di dos golpes a la puerta, esperando el permiso del padre Luciano.

Pase.- Gritó desde adentro. Entre con apuros, quería terminar esto para luego dormir un poco. Estaba exhausta.

Buenos días, padre Luciano.- Despego los ojos de la biblia, para ofrecerme una sonrisa.

Buenos días, Lauren. ¿Quiere que ya empecemos? ¿O prefieres tomar algo, antes de las donaciones?- Si me sentaba, entonces caería dormida aquí mismo.

Prefiero que empecemos, debo llevar a mi abuela al médico, en cuanto termine. Así que si usted lo desea, podemos empezar ahora mismo.- Respondí con una sonrisa, obteniendo una por su parte. El padre Luciano se levantó de su escritorio, para abrir la puerta de la sacristía y pedirme que lo acompañara.

Hermanas, necesitamos de vuestra ayuda para llevar las donaciones, hacia la camioneta de la señorita. Así que por favor, acompáñennos.- Habló para unas monjas, que caminaban hablando entre sí. En ese momento Ally y Dinah salieron de una habitación, para unirse a ellas. Aún no había rastros de Karla, había perdido las esperanzas de verla. Llevamos al rededor de unas quince cajas hacia la camioneta, una vez que apoye la última en el baúl de esta. Me acerque hacia Luciano, esperando por la dirección del hogar.

Está cerca de aquí. Apenas son unas veinte o treinta cuadras, puede ir por la avenida, llagará más rápido por ahí.- Asentí, mientras él me indicaba el camino. Escribiendo las calles, sobre un papel de su agenda.

Si ya están todas las cajas, entonces me marcho hacia allí.- Respondí.

Falta una, pero ahí viene.- Con su cabeza señaló hacia la puerta de la parroquia, encontrándome con ella. Pensé que no la vería, pero ahí venia Karla, con una enorme caja entre sus brazos.
Su hábito celeste y sobre el, un largo saco color gris. Hoy hacía muchísimo frío y se notaba que ella lo sentía. Su nariz roja y aquellos labios secos, lo daban a entender.
Camine hacia ella, apurándome un poco. La caja pesaba incluso más que ella misma y parecía que se rompería en cualquier momento.

Amor a DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora