Capítulo 8

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Karla

Mis ojos se abrieron lentamente, aún un poco empañados y adormilados. La primera imagen que obtuve fue la de un enorme techo blanco, pero no fue eso lo que llamó mi atención. Un poco desorientada baje la mirada con suavidad, encontrándome en lo que parecía ser un hospital, mire mi cuerpo el cual ya no estaba el hábito sobre el. Tenía puesta una bata blanca y sentía muchísimo frío, pude sentir mi mano izquierda helándose, con una enorme aguja sobre ella.
Giré mi rostro hacia la derecha, mirando mi mano, la cual raramente se encontraba cálida. Sobre ella, dormía Lauren, su mejilla estaba apoyada sobre sus manos, las cueles envolvían la mía. Su torso subía y bajaba con suavidad, sus respiraciones eran relajadas y pacíficas. Aunque no podía ver su rostro, estaba segura que ella se encontraba profundamente dormida. Levante mi mano izquierda un poco adolorida, podía sentir el suero clavado en ella. Mi mano se apoyo sobre aquel largo y oscuro cabello, lacio. Tocándolo con delicadeza, amansando su cuero cabelludo con suavidad y cuidado de no despertarla. Actúe sin pensarlo, sabía que no debía hacerlo, pero su contacto era tan acogedor y cálido, que no podía contenerme.
Lauren se removió sobre mi mano, levantando su rostro levemente y mostrándome aquellos maravillosos ojos verdes, un tanto adormilados.

Hola.- Acote ,con la voz un poco ronca y seca.

Ho... Despertaste. DESPERTASTE, DOCTOR.- Gritó Lauren, levantándose con rapidez de aquella incomoda silla, blanca.

Shh.- Respondí, llevando mi dedo hacia mi boca, intentando que bajara el tono de su voz.

Lo siento.- Susurró, para luego acercarse a mi.

¿Puede darme un poco de agua?- Ella asintió, caminando hacia mi costado izquierdo, agarrando una botella y abriéndola.

¿Como te sentís?- Lauren agarro el sorbete entre sus dedos, inclinándose hacia mi rostro. Abrí mis labios con lentitud, envolviendo el sorbete con ellos.
Me encontraba un poco avergonzada, por su intensa mirada sobre mis labios. Mis mejillas me traicionaron, tomando un color rosáceo. Lauren me miró, ofreciéndome una sonrisa, dándose cuenta de mi timidez y vergüenza.

Bien. ¿Me desmayé?- Pregunté en cuento termine de absorber, el líquido transparente.

Si, por suerte no caíste al suelo, podrías haberte lastimado.- Caminó hacia la puerta, sacando su cabeza y mirando hacia los costados.

De todos modos estoy bien, ya quiero irme.- Respondí, sentándome sobre la dura camilla. Pero ella fue más rápida, caminando  hacia mi para tenerme.

No, de ninguna manera. Te quedarás acá, hasta mañana, al menos eso dijeron los doctores.- Explicó mirándome directamente a los ojos, los suyos se abrieron con impresión, cuando terminó las primeras cuatro palabras de su oración.

Estoy bien, gracias por estar aquí, pero necesito irme. Usted podría hablar con los médicos y convencerlos de que me den de alta.- Ella negó rápidamente, sentándose al costado de mi cuerpo, sobre la camilla.

Por empezar, tutéame. Tenemos casi la misma edad, como mucho dos o tres años de diferencia.- La mire agachando mi rostro, avergonzada.

Lo siento, no quería hacerla sentir incómoda.- Hablé, jugando con mis manos. - Puede...¿Podes sacarme de aquí?- La mire a los ojos, haciéndole esa pregunta. Los hospitales solo me traían malos recuerdos, no quería volver a poner un pie sobre ninguno de ellos. Solo quería salir de aquí, lo antes posible.- Me siento bien, solo fue una baja de presión, todos la tuvimos algunas vez.- Dije, poniéndome de pie, mostrándole que podía caminar y moverme a la perfección. Lauren me observo de pies a cabeza,  analizando la situación.

Amor a DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora