Lauren
Deja de mirarla, me haces pasar vergüenza.- La voz proveniente de la mujer a mi lado, llamo mi atención. Desvíe la mirada por algunos segundos de la morocha, aunque Karla aún seguía cantándole al pequeño.
¿Acaso no la ves? Es hermosa.- Susurre para mi abuela, quien levantó una ceja inmediatamente.
Para luego enterrar su bastón en mi bota, logrando que un quejido escapara de mis labios.Eres una...- Aproveche el momento para interrumpirla, burlándome de ella.
Estas en la casa de Dios.- Hable con una sonrisa en mi rostro, victoriosa de callar su boca. Metiéndome con algo que a ella le importaba y sobre todo, le guardaba mucho respeto.
Te mataría, sino estaríamos aquí.- Sonreí, una vez mas. Para luego mantener mi mirada firme en la misa, aunque si la morocha delante mío se llamaba de aquella manera, entonces en eso mantenía la mirada. Ella solo acariciaba al pequeño y de vez en cuando, susurraba algunas cosas en su oído. Al parecer se llevaba bien con los niños, Polvito estaba alegre en sus brazo y bien dormido. La misa terminó, poco antes de que callera dormida sobre el banco de madera.
Te quedarás baboseando un rato, con ella ¿Verdad?- Pregunto la mujer mayor, apoyándose en mi brazo para levantarse con mucha paciencia. Los años pasaban rápido y cada vez, le era más difícil caminar, aquello sin dudas me tenía preocupada. Aunque mi viejita no perdía su continuo humor, ella estaba muy adolorida.
Solo un rato abuela, puedo llevarte hasta la camioneta.- Hablé, acariciando su mano, la cual se reposaba sobre mi brazo izquierdo.
Creo que me iré con Antonia.- Aquellas palabras me sorprendieron, mirándola con intriga.- ¿Qué? Somos enemigas, pero necesito que me cuente que pasó con el hijo del panadero, al parecer su fue del país, pero no se porque. Se que ella lo sabe, así que le preguntare. Tu puedes irte cuando quieras, nosotras seguro llegaremos en unas horas, ya sabes. Las dos somos viejas y hasta una hormiga, llegaría antes.- Solté una carcajada por las palabras de la nona, dirigiendo la mirada hacia la novicia. Ella se levantaba de la banca, con el pequeño bulto entre sus brazos.
Esta bien abuela, avísame cuando llegues por favor.- Ella asintió, caminando hacia la señora Martínez. Por por mi parte, me acercaba a la hermosa mujer con hábito celeste.- Lograste magia, Karla.- Ella levantó la mirada, encontrándome con aquellos enormes y maravillosos, ojos marrones.
Al parecer te costaba lograr que durmiera, ¿Verdad?- Pregunto la novicia, la verdad que tenía razón. Anoche fue horrible y hoy, solo se encargo mi madre.
Si, es un poco difícil. Es que no conozco sus horarios y aquellas cosas, realmente creo que estoy haciendo lo que puedo, aunque quizá no sea suficiente.- Conteste, un poco decepcionada de mi misma, agachando la mirada. Unas caricias en mi brazo derecho lograron que volviera mi vista, hacia ella.
Lo estás haciendo bien Lauren, él solo tenía un poco de sueño. - Realmente necesitaba que alguien me diera aquel pequeño aliento, estaba cansada y estresada. Los llantos del niño y el no saber que hacer con él, me tenían intranquila.
Gracias Karla, para ser sincera, pensé que no sobreviviría a la primera noche.- Ella desprendió una pequeña carcajada, aquella que tanto extrañaba. Era la primera vez en semanas, que hablábamos e incluso sonreíamos juntas. Por alguna extraña razón, ella huía de mi.
Esta bien vivo, al parecer.- Contestó evitando mi mirada, estaba avergonzada, sus mejillas rosadas la había delatado.
¿Cómo estás, tú?- Ella paro de mecerse, en cuanto la pregunta salió de mi.- Digo, porque no te vi mucho, este último tiempo.- Contesté, esperando una respuesta por su parte.
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Amor a Dios
Fiksi PenggemarMi madre siempre pensó, que me enamoraría y formaría una familia. Junto a un hombre amoroso y dedicado, con unos hermosos y traviesos niños. Pero luego sus pensamientos se hicieron añicos, cuando me vio besando a mi mejor amiga, tenía trece años. P...