A Horacio el pasado lo atormenta. Para Toni el futuro es incierto. Gustabo no sabe qué hacer con su presente y Carlo tiene que aprender a lidiar con sus tres hermanos menores mientras batalla contra sus propios problemas.
❱Créditos de los dibujos...
—¿Ahora quieres que te lo saque? Eras tú el que no paraba de dar por culo para que te ayudara.
—Pues sí, pero no es culpa mía que no apuntes bien y me saques sangre.
Los dos hermanos García estaban en la recámara del menor, forcejeando entre sí. No era ninguna cosa sucia, a pesar de cómo sonaban los reclamos. La verdad es, que Gustabo estaba dispuesto a impactar en su primer día en el Instituto Marbella utilizando una llamativa falda negra que Horacio había diseñado exclusivamente para él.
Para su desgracia, le quedaba floja y su hermanastro (es decir, Horacio) estaba ocupado como para ayudarle a ajustarla. Las hormonas, ansiedad y trabajo en exceso fueron la mejor dieta para reducir un poco la circunferencia de su cintura durante las vacaciones agostinas.
—¡Que no es broma, me estás metiendo el alfiler en la cadera! —Gustabo llegó a su límite y le dio un empujón al mayor, para que dejase de hacerle daño. Tomó él mismo el alfiler y tensando su cuerpo se agachó un poco para meterlo en un punto de la tela—. Ya está. Eso era lo único que tenías que hacer, idiota.
—Iugh, me llené de tu sucia sangre. Que asco —Toni lo ignoró, secando la mancha roja en una sábana—. Y ahora, ¿qué procede?
—Pasa la tiza por el borde para marcar lo que hay que coser.
Toni hizo caso, esta vez haciendo bien el trabajo. Desencajó los alfileres luego de haber hecho la seña blanca y la falda plisada se deslizó de los muslos de Gustabo, como hoja que cae de un árbol.
Presuroso, Gustabo la agarró del suelo, paseándose sólo con ropa interior y una especie de "bragueta" negra que hacía de shorts cortos. Enhebró el hilo y comenzó a remendar la prenda de ropa.
—Eso te pasa por dejarlo todo a última hora. Tuviste como doce días para ajustártela y no, preferiste jugar GTA todos los días con Horacio.
—Procrastinar no es una elección. Es una carrera, y voy ganando —contestó, acabando de dar las últimas puntadas.
Se colocó un centro gris y una chaqueta roja en la parte superior. Después se puso la falda y pasó un peine por su cabello.
Toni, práctico cómo siempre, sacó un traje azul negro del armario.
Para finalizar la rutina mañanera, ambos se perfumaron con el bote de olor nulo que aplacaría las feromonas de ambos. Eran Omegas jóvenes en el primer día de clases en el que no sabían con qué clase de personas se toparían.
