Carlo

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❝I tried to be chill, but your're so hot that I melted❞

❝I tried to be chill, but your're so hot that I melted❞

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Toni observó con absoluta diversión como su hermano menor se quitaba la prenda que lo tapaba del frío de un tirón y la arrojaba al suelo, pateándola con desagrado. Repetidas veces.

—Eso no te va a quitar el olor de encima y peor aún, vas a tener que lavarla.

—Yo no voy a lavar esta mierda. Es más, se la voy a devolver así al gilipollas —la volvió a recoger y buscó algo con la mirada— ¿no hay un charco donde la pueda untar?

—Pero no seas cerdo, él con toda su buena intención te la cedió. El que aceptó las feromonas fuiste tú.

—¡Ni siquiera sé cómo lo hice ni por qué!

—Eso no cambia el resultado, Gus. Deja de ser un bebé —le arrebató el abrigo, lo sacudió varias veces para quitarle el polvo y, con fuerza física, se la volvió a poner encima—, no seas idiota, quédatela, al menos hasta que nos vayamos. Por nuestra seguridad al menos.

El García mayor ignoró los berrinches del más pequeño y se asomó con curiosidad por un hueco de la pared. Quería saber qué los hacía tardarse tanto, o si, como acordaron, habría que correr de ahí a último momento.

—¿Qué haces? —preguntó Gustabo detrás de él, pegando un saltito para tener mejor panorama.

—Quiero saber qué pasa.

—¿Y qué ves?

—Mira a través del hueco, coño.

—Miraría si alcanzara a llegar a él, pedazo de aborto.

Una vez más, Toni soltó una carcajada burlona.

—A veces se me olvida que eres un Hobbit —entrecerró los ojos ante la escena frente a él. Segismundo y Rogelio se daban un apretón amistoso con el líder parcial de los Verdes y le entregaban a Raúl una pequeña bolsa de tela. Como si sumara dos más dos, tuvo la explicación lógica—. Ostia, si le devolvieron el dinero.

—¿En serio?

—Shh, que vienen, hazte el desentendido.

Volvieron a su posición inicial, mirándose entre sí y volviendo a la entrada, por dónde todos aparecieron. Para alivio de ambos, todos estaban bien.

—Ya podemos irnos —anunció Segismundo, con una sonrisa tranquilizadora y triunfal—. Le devolvieron la pasta.

Toni no se lo pensó dos veces, agradeció el gesto y apuró para irse de ahí; podían cambiar de opinión o peor: se les haría tarde y María los asesinaría por pasarse el límite de llegada. Agarró la mano de Gustabo y el brazo de Raúl (que estaba un poco empanado y no se movía) para subirse al carro. Un carraspeo los detuvo, haciendo que se mordiera el labio.

Hermanos CaóticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora