Convenio

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❝ I'm just thinking out loud... I don't know if I could ever go without

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El término de un celo siempre significaba muchas cosas. Primero y pese a la tristeza de los Omegas, había que deshacer el nido para lavar la ropa que lo componía y quitar el exceso de hormonas. Los beneficiados, en esta situación, eran los Alfas, pues recuperaban sus pertenencias robadas, finalmente.

—¿Por qué demonios quisiste robarme una corbata? —Carlo sostuvo con una mano su muda de ropa en una cesta que olía a suavizante y con la otra le mostraba el objeto a su receptor—, no es cómoda ni tersa.

—Porque se pone alrededor del cuello y ahí está la glándula de olor —respondió Gustabo con simpleza, comiéndose un yogurt de fresa y raspando la cucharita por la tapadera para quitar todo.

—¿Y por qué tenía que ser mi favorita? Estuve buscándola.

—¿Es tu favorita? —preguntó el Omega menor, fingiendo demencia—, oh, no lo sabía. Me toma por sorpresa.

Otro aspecto a destacar, era el retomar de las ocupaciones regulares. En otras circunstancias, tanto Toni como Gustabo hubieran bañado su cuerpo en lociones inodoras para ocultar la presencia casi inexistente del celo, pero Horacio les dijo que era decisión de cada uno si hacerlo o no y que, por suerte, la universidad Marbella era muy estricta en lo que a derechos de Omega respectaba.

Y así, ambos, tomaron la palabra y disfrutando de esa pequeña rama de olivo, se montaron al carro de Carlo.

El Alfa prácticamente los obligó a llevarles, pues él también estaba afectado con los rezagos del celo que los cachorros de su manada habían sufrido; tenía la necesidad imperiosa de tenerlos vigilados y tranquilos luego de días estresantes.

—Ojalá me hubiera llegado unos días más tarde para perderme el examen y tener más tiempo.

—¿Para qué? De todas formas no habrías estudiado —contestó Toni al comentario de su hermano menor.

—No, pero habría aplazado la culpabilidad de no haber hecho nada —Gustabo se incorporó de su asiento y se acercó a los asientos delanteros del vehículo, para llamar la atención del Delta de cresta— Horacio, ¿tú sabes para qué me quiere tu noviecito en su mesa para el almuerzo? Me escribió esta mañana y se está haciendo el misterioso clavándome el visto.

Horacio parpadeó. No se esperaba la pregunta, o que su pareja fuera tan poco disimulada.

—Eh... Nada en especial. Probablemente Freddy le haya pedido un favor contigo.

Hermanos CaóticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora