A Horacio el pasado lo atormenta. Para Toni el futuro es incierto. Gustabo no sabe qué hacer con su presente y Carlo tiene que aprender a lidiar con sus tres hermanos menores mientras batalla contra sus propios problemas.
❱Créditos de los dibujos...
Raúl Salinas tocó un par de veces el timbre del hogar Gambino. Esperó a la defensiva, preparado para salir corriendo o evadir algún golpe si tenía la mala suerte de ser recibido por Carlo. Escuchó pasos y luego se abrió la puerta, revelando a Gustabo con cara de pocos amigos. Tenía una camiseta púrpura con un payaso estampado, jeans negros y estaba descalzo.
—¿Qué? —Preguntó elocuentemente.
—Buenos días a ti también. ¿Está Toni?
—No —dicho esto, le cerró la puerta en la cara.
Suspirando, el Alfa volvió a tocar el timbre.
Gustabo le abrió nuevamente. —¿Qué?
—¿Sabes a qué hora vuelve?
—Sí —el Omega hizo ademán de volver a cerrar.
—E-espera, ¿a qué hora vuelve?
—Tarde.
"Mierda", se lamentó Raúl cubriéndose los ojos. Lidiar con Gustabo podía ser más estresante que enfrentar a Carlo. Hizo apremio de todo su carisma y sonrió con amabilidad.
—¿Puedo pasar por un vaso de agua?
—¿No tienes agua en tu casa?
—¡OH, POR AMOR A DIOS! ¡Solo trato de ser agradable!
Gustabo parpadeó en su dirección antes de sonreírle. —Por favor, no trates —se hizo a un lado y le dejó espacio—. Entra. No hay nadie más que yo. Ton está con mamá y Ricky en una reunión supermega importante, o algo así. Horacio está trabajando en un proyecto y Carlo tiene un compromiso del que no me dio más detalles. Así que sí, bendita soledad.
Raúl asintió, sirviéndose él mismo un poco de agua. Hacía bastante sol y pese a la brisa refrescante, el calor era un tormento. Se acabó el agua de dos tragos y volvió a servirse, notando que el Omega estaba muy entretenido atando las agujetas de sus botas.
—¿Y tú tienes planes?
—Obligaciones, mejor dicho —respondió el rubio—. Tengo que ir al aeropuerto a recoger a mi primo. La fecha se adelantó de improvisto y me dejaron con la responsabilidad.