A Horacio el pasado lo atormenta. Para Toni el futuro es incierto. Gustabo no sabe qué hacer con su presente y Carlo tiene que aprender a lidiar con sus tres hermanos menores mientras batalla contra sus propios problemas.
❱Créditos de los dibujos...
Aprovechando la soledad dentro de su casa, Horacio llamó a Volkov para que le hiciera compañía. Se saludaron con un beso y, mientras él daba algunas puntadas de retoque en el prototipo de los uniformes del Kerule, su novio se sentó en su cama, encendió la tv para buscar algo que ver juntos y, de vez en vez, le contemplaba.
—Te noto mucho más feliz ahora —comentó el ruso, pasando las sugerencias de anime en su plataforma de streaming, deteniéndose en uno en específico—. Es bueno que estés ocupándote en otras cosas.
—Sí, ¡ya quiero ver a Toni y a Gustabo usando estos uniformes! Tengo las medidas de ambos y van a ser mis modelos para preguntarle a María qué les parece —en una libreta llena de pegatinas de sandía, rebuscó la página donde yacían dichas especificaciones—. ¿Crees que se enojen si los hago justos?
—Horacio...
—¡Esconder esas curvas es un acto de egoísmo! —se defendió, dejando la página abierta sostenida con un clip. Volvió al remiendo, metiendo la aguja dos veces más, antes de sacarla y cortar el hilo—. Sí lo hago muchos me agradecerán, estoy seguro.
—En eso tienes razón. La mitad de las personas que conozco va tras Toni y la otra mitad tras Gustabo.
—Creo que es de familia —extendió su arduo trabajo frente a su novio—. ¡Ta-chan! ¡Ya está listo!
—Te quedó increíble, perfecto —Volkov alabó el trabajo de su pareja, como siempre hacía cuando este le presumía sus cualidades—. Ya se terminó el opening, por cierto. Vente.
Horacio dejó a un lado la prenda de ropa, se retiró los zapatos y, para deleite de Víktor, también sus pantalones. Gateó a cuatro patas, sus movimientos eran lentos, hasta terminar cerca de los labios del Alfa. Se dejó caer sobre la cadera de Volkov, con toda la intención de provocarle, mientras le rodeaba los hombros.
—Le mentí, señor Volkov. No vamos a ver anime.
Víktor resopló, bajando sus palmas a los glúteos de su Delta. Apartó el pullover ceñido que traía, pasó las manos por su piel morena, caliente; palpó y delineó con precisión los abdominales marcados. Su olor comenzó a ser dominante, lleno de emoción, mientras que, el de Horacio se adulzaba sutilmente sin dejar atrás su potencia.
Se dieron suaves besos cortos, terminando uno y comenzando otro.
Horacio adivinó la mirada helada del ruso antes de apreciar su toque en un área problemática, antes de sentir el desliz de su dedo índice, largo, helado, sobre una parte de su cuello. El tejido cicatricial que apareció en él a raíz de su lesión cutánea, por una marca borrada, ayudó a sentirlo todo más íntimo.
