A Horacio el pasado lo atormenta. Para Toni el futuro es incierto. Gustabo no sabe qué hacer con su presente y Carlo tiene que aprender a lidiar con sus tres hermanos menores mientras batalla contra sus propios problemas.
❱Créditos de los dibujos...
Jack Conway es ordenado y metódico. De haber sido de otros tiempos o con otro tipo de influencias, de seguro habría optado por ser un militar; cumplía con las aptitudes necesarias para levantarse a ojo de reloj suizo todas las mañanas, su condición física era envidiable, tenía la ventaja de ser un Alfa amenazante y su padre se encargó de instruirlo desde una edad temprana en el arte de su rubro como intendente.
Actualmente cursa en Marbella la carrera de Criminología y Criminalística, junto a Volkov, Michelle y Freddy. Los cuatro se conocieron ahí en la universidad, sus gustos y personalidades afines los volvieron cercanos. Eran amigos al punto que sus padres los invitaban esporádicamente a cenar o pasar el rato todos ellos, en una unión tranquila. Hoy era uno de esos días donde el gentío abundaba en su sala de estar, y eso era bueno, le gustaba. El problema eran las circunstancias.
Su madre les sirvió a todos una ración de galletas elegantemente decoradas, su padre llevó los cafés de todos y se sentaron a la mesa, intercambiando palabras o preguntas de parte de los mayores a los más jóvenes sobre qué tal les iba en la universidad. En algún momento, el tema de su rotura volvió a salir a colación.
—Michelle, querida —comenzó a decir su madre—, nosotros no queremos que tus padres se hagan una mala idea porque Jack y tu hermana hayan terminado, o crean algo erróneo.
—Lo sé, señora Amber. ¿Les han llamado demasiado?
—¡Cuatro veces al día la última semana!
La pelirroja suspiró. Típico de sus padres. Eran de esas personas molestas que no aceptaban un no por respuesta y rozaban el acoso cuando querían algo de alguien. Uno de esos días les escuchó, mientras desayunaban, como aconsejaban a Julia para que arreglara sus problemas con Jack antes de que este se consiguiera otra pareja. A su parecer, el mejor consejo que podía dar a su hermana, era que lo superara, porque esa relación no tenía futuro.
—Discúlpeme por eso, pueden llegar a ser realmente molestos.
—No sé como Conway los soportó tanto tiempo como suegros —añadió Volkov.
—Cállate que a mi aún me toca soportarlos.
—Oh, es verdad. Mi pésame, Freddy.
El mencionado resopló, masticando su galleta con saña.
Conway, por su lado, estaba un poco apagado de ánimo. Sentía la liberación que deshacerse de una carga conllevaba, pero su instinto Alfa no se había acostumbrado del todo a estar sin la compañía de la Omega. O de un Omega, en general.
