22. Nada como el hogar.

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la notita del final es importante, si te interesa, si no bye


Desde el minuto 0 Harry supo que tomar aquella poción justo antes de ser dado de alta era una pésima idea, no quería hacer nada que comprometiera su inminente salida del hospital. Quizás por eso se maldijo cuando vio la hora en el reloj de la mesa de noche, él nunca se levantaba tan tarde. Y aún peor, no había sido él mismo quien se levantó, Ginny y la señora Weasley lo habían llamado preocupadas, acostumbradas a que saltara de la cama con el más mínimo ruido. Ginny susurró un par de veces en su oído, pero eso no fue suficiente. Luego habló en voz alta, con la garganta un poco apretada por tener que despertarlo del primer sueño tranquilo en meses, de igual manera no fue suficiente. Entonces lo sacudió por los hombros y la adolorida y confundida cabeza de Harry comenzó a salir de la oscuridad.

—¿Har? ¿Estas con nosotras?

La voz sonaba amortiguada, sus pesados parpados se abrieron un par de veces y la luz del día le quemó en los ojos. Gimió un poco e intentó incorporarse, no había sido consciente del frío que tenía hasta ese momento, todo su cuerpo se sentía muy pesado, como si estuviese cargando con un peso ajeno. Sus movimientos eran lentos y dolorosos, cuando por fin pudo ver bien, la señora Weasley había cerrado las cortinas, lo primero que vió fue el reloj. 12.53 pm.

Era básicamente la hora del almuerzo y él apenas podía mantenerse despierto. 

—Queríamos dejarte dormir, pero... no despertabas y... en cualquier momento Zoë va a venir para darte el alta. Supongo que estabas muy cansado —dijo con una sonrisa divertida que no le llegó a los ojos.

Harry intentó sonreírle de vuelta pero no pudo, y se maldijo a si mismo por eso, en su lugar se las ingenió para mover su mano y entrelazar sus dedos  a los de ella. 

—Merlín, Harry —dijo ella usando su otra mano para cubrir la de Harry —estás helado, pareces un... cubo de hielo. ¿Tienes frío?

Antes de que pudiera contestar, la señora Weasley intervino, se acercó con dos zancadas a la cama de Harry y colocó su mano en la frente del pelinegro. Harry se tensó y se echó para atrás involuntariamente, pero quedó atrapado entre la almohada y la mano de la señora Weasley.

—¿Harry, querido? No creo que estés bien.

Harry gimió, su cabeza estaba confusa y las palabras tardaban en procesarse. Pero hubo algo que sí entendió bien.

—Voy a buscar a Zoë —dijo Ginny comenzando a levantarse.

—No —jadeó. Se aferró a la mano de Ginny, obligándola a volverse a sentar. Percibió parcialmente a las dos pelirrojas compartiendo una mirada y sintió la necesidad de explicarse —solo... no es nada... ¿Podrías... ya sabes, darme una poción para la fiebre? Estoy seguro de que no es nada...

Pareció el trabajo más difícil del mundo juntar las palabras para armar oraciones coherentes. Ginny apretó los labios y miró a su madre quien le devolvió una mirada comprensiva.

—Ma... ¿Nos dejarías por un...?

—Oh por supuesto —ya tenía un pie fuera de la habitación antes de que Ginny terminara la frase, y le dirigió una sonrisa triste antes de cerrar la puerta.

Cuando salió, Ginny volvió a tomar la mano de Harry usando ambas de las suyas y la apretó contra su pecho, intentando calentarla. 

—No parece solo un poco de fiebre inofensiva, Harry —intentó razonar —quizá debería llamar a Zoë para que nos diga... 

Harry negó con la cabeza y cerró los ojos para deshacerse del mareo. Las manos de Ginny soltaron la suya y el azabache abrió los ojos de repente, con la respiración acelerada, buscó con los ojos a la pelirroja, que ni siquiera había terminado de levantarse.

Harry Potter Después de la guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora