Desperté.
Lo primero que vi al abrir los ojos, fue un techo blanco. El sol entraba por una ventana alta y me hacía ver todo con un horrible resplandor. Como si hubiese tardado en reaccionar, todo el dolor cayó sobre mi con el peso de un yunque.
Sentía un cosquilleo en las extremidades. No el típico cosquilleo de cuando dormís con el peso en uno de tus brazos. Un cosquilleo fuerte y doloroso, como pequeñas agujas entrando y saliendo de cada centímetro de mi piel.
Miré alrededor. Había máquinas, cables y tubos por todas partes.
Entré en pánico. Estaba mareado y lo primero que atiné a hacer fue llevarme la mano a la cabeza. Cuando la movía los pinchazos se volvían más fuertes, pero aguanté. De mis sienes y frente salían cables sujetos con pequeñas ventosas. Los arranqué. Tenía unos iguales en el pecho. Tampoco se salvaron. Comenzó a sonar una especie de alarma que repiqueteó en mi cerebro. «pi pi pi pi» No paraba.
Distinguí un pinchazo a parte de los otros en el antebrazo izquierdo. Una intravenosa. La arranqué, solo salió un poco de sangre. Vi otra igual en el dorso de la mano, que sufrió el mismo destino.
Quise sentarme y solo entonces repare en que tenía algo en la garganta. Un tubo. Sentí arcadas y los ojos se me llenaban de lágrimas. Comencé a tirar de él. Dolía a horrores, cada vez más. Pero termine por arrancarlo. Sentí un fuerte sabor a sangre en la boca.
Me senté. La cabeza me dio vueltas y la luz me molestaba muchísimo. Esto me produjo un segundo de distracción, segundo en el qué escuché voces que provenían aparentemente de mi izquierda. Una voz asqueada que sonaba amenazante ordenaba algo. Un chico y una chica, que parecían iguales a simple vista, abrían la puerta. Al parecer se quedaron fascinados con lo que vieron, porque no reaccionaron por unos segundos.
Intenté bajar de la camilla pero, a pesar del dolor que sentía en las piernas, no era capaz de moverlas. En ese poco tiempo otra chica con pelo negro, apareció en el umbral de la puerta, ordenó algo a los chicos con voz dulce pero preocupada y luego, vino hacia mí, con algo en la mano.
Los chicos me sujetaron uno por cada brazo. Luché. Le di un codazo al chico, que cayó al piso, luego la pelinegra se acercó a mí. Sentí un ardor en el brazo y sólo tuve un momento para darme cuenta antes de que la anestesia haga efecto en mí. Y todo se volvió negro.
-xxx-
Otra vez. Despierto. Estaba en el mismo lugar, con las mismas máquinas alrededor. Y estaba listo para repetir el mismo proceso. Pero cuando cuando quise mover las manos, me di cuenta de que estaban atadas, con una especie de sogas acolchonadas. Eso fue suficiente para desesperarme. Comencé a tirar de las sogas y a retorcerme pero una voz en algún lugar de mi derecha me detuvo.
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Harry Potter Después de la guerra.
De TodoLo mínimo que esperaba después de terminar la guerra era tener tranquilidad. Por fin poder concentrarse en ser una persona normal, o al menos medianamente. Pero la palabra "normal" no existe en el diccionario de Harry Potter, y sus aventuras contin...