19. Un lobo perdido en Berlín.

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Pensar mirando el cielo se había vuelto uno de sus pasatiempos favoritos desde que no podía hacer nada más que estar sentado todo el día

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Pensar mirando el cielo se había vuelto uno de sus pasatiempos favoritos desde que no podía hacer nada más que estar sentado todo el día. Mantenía el brazo recientemente operado cubierto en vendas y apoyado sobre una almohada a su lado. Pasaba la mayor parte del tiempo callado. Cuando Ginny estaba con él tampoco hablaba mucho, y ella no exigía conversación porque el silencio era agradable, porque sabía valorar el silencio ¿Para qué caer en la simpleza de la lengua?, si con la grandeza de una mirada podían transmitirse lo que mil palabras jamás lograrían.

Una alarma sonaba de vez en cuando en la cabeza de Ginny, llegaba para decir con voz casi imperceptible que sería mejor para Harry pensar menos y hablar más. Dañarse menos y curarse más. Pero ignoraba esa voz olímpicamente porque el silencio era agradable, porque él sabía valorar el silencio.

Sabía por propias experiencias que en el silencio La Mente viaja al pasado y revive momentos y piensa... piensa en lo que podría haber hecho diferente, en lo que podría haber hecho mejor. Y son esos pensamientos los que te destruyen porque La Mente te está mintiendo, porque no importa que hubieses hecho diferente, que hubieses hecho mejor, el resultado sería el mismo. Y La Mente no te lo dice, lo guarda para si.

Pero ese día como tantos otros, recostada apoyando la cabeza en el hombro de Harry mirando el cielo a través de la ventana. Ese día Ginny quiso decir, quiso hablar.

—¿Harry?

—¿Mmh?

No habló por unos segundos, dejó que el sonido no se hiciera costumbre y que el silencio pudiera reclamar su lugar. Luego suspiró.

—Te amo.

No necesitaba decirlo para que Harry lo sepa, y él sabía que ella no necesitaba escucharlo para saberlo. Sin embargo...

—Yo también te amo, Gin-Gin.

A Ginny se le alivió una presión en el pecho, y no supo por qué, y no lo quiso averiguar. 

—¿Sabes? descubrí algo en... este tiempo.

No había que ser inteligente para entender "ese tiempo" como los diez meses en los que Harry se había caído del mapa. Aguardó silencio y esperó a que Ginny continúe.

—Al principio me levantaba todos lo días y jamás parecía real, la adrenalina que no se iba nunca lo hacía parecer irreal, porque la sensación no me abandonaba. Porque en mi cabeza pasamos del "se habrá retrasado en algún bar en Godric's Hollow" a "¿Y si tuvo algún accidente?" y luego "desaparecido" en solo un segundo, y la gente me consolaba y yo no sabía por qué, y luego de ahí el tiempo fue eterno. Y al principio no parecía real —repitió —pero conforme pasaban los días y me levantaba y seguías sin estar ahí entonces me di cuenta de que era más real de lo que pensaba, y descubrí una cosa, Harry. Puedo vivir sin ti...

Quizá no fuera para nada la confesión que muchos esperarían pero a Harry lo hizo sonreír. Jamás esperaría menos de ella.

—Por supuesto que puedes, eres Ginnevra Weasley, no necesitas a nadie para vivir...

Harry Potter Después de la guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora