Celeste
Era un buen día para dormir. Era un buen día para arroparte con las sabanas de tu cama, y dormir, solo dormir, no pensar en nada mas que dormir.
Le doy otro sorbo a mi café negro, para que me ayude a despertarme de mi somnolencia. No podía pensar en dormir mientras conducía. La mente tenia poder, y de tanto pensar en dormir, me podía quedar dormida al volante y morir.
-Mórbido- dije en voz alta -deja de pensar en la muerte-
Encendí la radio del auto y la deje en una estación de música urbana. No creía que escuchar baladas ochenteras me ayudara a superar el sueño. La baladas de los ochenta eran solo para la noche, el pop latino para el mediodía, y el reguetón intenso por las mañana.
Era apenas lunes, y yo ya estaba anhelando el sábado.
Necesitaba vacaciones, mentales, físicas, emocionales. Estos últimos meses habían sido una montaña rusa que solo parecía ir en bajada.
Externamente, estaba bien vestida, con mi traje de saco azul marino y mis pantalones de vestir rectos, mi cabello bien pistoleado, mi maquillaje implacable, y mi sonrisa permanente. Pero en el interior era un desastre. Mi cabello estaba todo alborotado, vestía solo una enorme camiseta con agujeros, mi cara estaba hinchada y ojerosa y tenia una mueca de pesar permanente.
<<¿Cuándo mi vida se comenzaría a parecer a una película romántica de los ochenta?>>
Llegue al trabajo y estacione en mi parqueo habitual.
Miro a mi lado extrañada al ver un reluciente Volvo que nunca había visto antes.
Reviso mi correo para asegurarme que no haya olvidado alguna reunión con un proveedor, pero no, mi agenda esta limpia.
Bajo de mi auto bebiendo mi café.
Entro a la recepción de la oficina y saludo a Marina, la recepcionista.
-¿De quien es el carro de afuera?- le pregunto intrigada.
-Es de un señor que dice que viene de parte de tu padre- Marina explota la burbuja de chicle que había formada y luego me susurra -esta bueno el tipo. Aunque es muy serio-
Para Marina todos los hombros son buenotes. Esto es lo que sucede cuando te gusta la atención y no puedes pasar ni un solo día sin un novio que te alude. Marina era una necesitada. No se le decía en la cara, pero cada vez que me hablada de hombres repetía dentro de mi cabeza:
<<Marina necesitada, busca amarte a ti primero o morirás cuando ya nadie te preste atención>>
Pero ese pensamiento nunca salía de mi cabeza, lo guardaba para mi misma.
Le sonrió a Marina y me despido de ella para subir a mi oficina. Estaba intrigada por este nuevo chico.
Subo al ascensor. Cuando las puertas están a punto de cerrarse, alguien las detiene con unas manos grandes y fuertes.
Entra un tipo alto, fornido, elegante.
Fue algo impulsivo verlo de pies a cabeza. Para cuando termine de darle una mirada a su traje negro de corbata gris y zapatos negros relucientes, termine en su hermosa cara esculpida por los dioses. El creador estaba de buen humor cuando creo a este hombre.
¿Cómo podría describirlo sin ser tan literaria?
Cabello negro azabache, espesas cejas, nariz y mandíbula fuerte, y esos ojos. Voy a ser literaria con sus ojos. Eran los ojos mas penetrantes, mas oscuros y mas adictivos que había visto en mi vida. Eran como armas de guerra. Con un sola de sus miradas y sabias que tu estabas en desventaja.
No baje mi ojos cuando el me atacaba con los suyos. Los mire fijo y claro, haciéndole saber que aunque me hiciera sentir inferior, no iba dejar que me ganara.
Las puertas del ascensor se abrieron en mi piso. Camine fuera sin mirar hacia atrás.
Este día había despertado en modo ataque por alguna razón.
Quizá este seria el día en que me revelara ante papá y le dijera lo mucho que odiaba mi trabajo y mi vida en general. O quizá como todos los días, solo se quedaría en un pensamiento.
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El león y la oveja
RomanceCeleste Palermo ha vivido en la monotonía y la rutina toda su vida, complaciendo a su padre y a su madre en todo lo que le piden. Ella siente que no ha vivido por ella misma. Pero todo cambia cuando su padre contrata a un nuevo asistente de finanzas...