Celeste
Han pasado dos días desde la noche del club, dos días en los que duermo y en lo único que sueño es en esa noche. Sueño con las manos de Benjamín sobre mi cuerpo mientras besa mi cuello.
Me levanto todo sudada y jadeando.
Es la primera vez que tengo sueños húmedos. Es mi primera vez en veintiséis que algo como eso me sucede. Y me aterra. Siento que todo el mundo en la oficina sabe de mis sueños y me juzga.
Esto es lo que pasa cuando intento jugar con fuego y terminó quemándome en la hoguera.
Benjamín está inquieto. Lo noto. Me mira con demasiado interés mientras trabajamos. Yo también estoy inquieta igual que que él.
Yo creo que los dos pensamos en lo mismo cada vez que nos miramos a los ojos. Pero ninguno de los dos se atreve a decirlo en voz alta.
Me levanto de mi escritorio para ir por una taza de café. Benjamín también se pone en pie, y me sigue.
Los dos entramos a la cafetería. Lleno mi taza de café, mientras Benjamín llena un vaso con agua.
Me doy la vuelta y doy un respingo cuando me topo de cerca con Benjamín.
-Esta es la dirección de mi apartamento. Si quieres, puedes venir esta noche- tomo el papel de sus manos.
Benjamín se termina su vaso con agua y sale de la cafetería.
Miro por un largo rato el papel con la dirección de Benjamín. Se siento como hielo quemando mi mano.
<<¿Se atreverá Celeste la intrépida a salir esta noche?>>
He estado fuera del edificio de apartamentos donde vive Benjamín por un largo rato.
Se que sucederá si decido subir. Se lo que se proponía Benjamín al darme su dirección, y no es precisamente para hablar o ver películas.
Es algo arriesgado. No conozco realmente a Benjamín. No si esta casado, comprometido, si tiene novia o si de verdad es un villano de la vida real. Lo único que se de él, es que es un egocéntrico, maestro en las finanzas, ojos viles y que es cuatro años mayor que yo.
Es arriesgado. Esta pueda ser una emboscada para secuestrarme y venderme después en el mercado negro. Vivo en un país con altos índices de homicidios.
Quizá lo mejor será que no suba. Que encienda el carro y que me vaya lo más pronto de aquí.
- Estas loca Celeste. Buscas emoción en tu vida, pero quizá este tipo de emoción es demasiado arriesgada-
Dejo caer mi cabeza en el timón y suspiro.
Miro una moneda en el compartimento de mi auto. La tomo, la lanzó al aire y la dejó caer en la palma de mi mano.
-Cara subes, corona te marchas-
Levanto la palma de mi mano lentamente.
Bueno, el destino ha hablando, y me ha indicado que debo subir.
Parqueo el auto en el estacionamiento. Me miró en el espejo retrovisor para comprobar que mi maquillaje esta intacto. Me cambié de ropa unas cinco veces. Al final decidí vestir mis jeans flare, mi camisa de tirantes de satín, mi zapatos de cuña y unas argollas de plata medianas.
Salí del auto con las manos en mis bolsillos traseros. Era algo que siempre hacia cuando estaba nerviosa.
Llegué hasta el ascensor y marque el número de piso de Benjamín.
Con cada piso que subía, mi corazón latía con más fuerza.
Suspire y saque mis manos de atrás de los bolsillos de mi pantalón. Toque al timbre. Benjamín abrió la puerta al instante. Era como si hubiera estado esperando cerca de la puerta durante todo este tiempo.
-Buenas noche Benjamín-
Mi voz era aguda. Sabía que Benjamín había notado el nerviosismo en mi voz.
-Pasa adelante-
Me dejó entrar y luego cerró la puerta tras de él. Su apartamento era modesto y monocromático. Había sólo dos cuadros colgados en la pared de la sala. Eran cuadros de figuras geométricas. Sus sillones eran de color gris. Había un par de almohadas acomodados sobre ellos. Una mesa de centro con varias revistas de finanzas y un estante con libros.
Era un apartamento masculino sin duda. No habías rasgos de toques femeninos, por lo que descarte que estuviera en cualquier tipo de relación seria.
-Pensé que no vendrías- dice Benjamín a mis espaldas.
- Pero lo hice- me doy la vuelta y lo miro.
El Benjamín casual es mucho más atractivo que el de oficina. Su cabello está despeinado, tiene puesta una camiseta de un equipo de fútbol europeo y zapatillas deportivas.
-¿Piensas demasiado las cosas antes de hacerlas?- pregunta intrigado.
-Soy mujer, claro que lo hago- Benjamín sonríe divertido.
-¿Así que vas hacer que te acorteje primero antes de llevarte a la cama? Ese también es un rasgo distintivo de las mujeres-
Esa pregunta pudo parecerle demasiado pesada a cualquier otra chica, pero a mi no. Me gustaba que Benjamín fuera directo.
- No. Si vamos hacer esto, que sea lo más directo posible-
Benjamín tomo eso como una invitación para acercarse a mi. Camino con sigilo, como siempre suele hacerlo, y comenzó a recorrer sus dedos en mi abdomen, hasta subir por mis brazos, terminando en cuello.
Tomo mi mano y me llevo hasta su cuarto.
La Celeste intrépida estaba lista para el juego.
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El león y la oveja
RomansaCeleste Palermo ha vivido en la monotonía y la rutina toda su vida, complaciendo a su padre y a su madre en todo lo que le piden. Ella siente que no ha vivido por ella misma. Pero todo cambia cuando su padre contrata a un nuevo asistente de finanzas...