Capitulo 12

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Celeste

Desde que salí de mi apartamento, camino a casa de Benjamín, no había podido dejar de pensar en una cosa, en algo que muy posiblemente intentaría con Benjamín.

Para mi el sexo nunca se había tratado de la lujuria. Siempre que mantenía relaciones sexuales con mis novios, lo hacia porque los amaba. Para mi siempre fue hacer el amor, no tener sexo.

Era una historia diferente con Benjamín.

El no era mi novio, y si, me atraía físicamente. Pero Benjamín no tenía material de novio. A veces podía ser demasiado frío después del sexo. Cuando terminaba, a veces me dejaba tendida en la cama, mientras el iba y se daba una ducha.

Nunca me quedé a dormir. Siempre que el entraba a la bañera, yo siempre me vestía, y me marchaba a mi apartamento. Al siguiente día de nuestros encuentros, Benjamín nunca me preguntaba porque no me quedaba. Por lo que yo entendía que nuestra relación era estrictamente física.

Parqueo en mi sitio habitual. Ya era una regular en este edificio, hasta el vigilante ya me conocía.

Ya no le daba tanta importancia a lo que vestia.

Este día había decido ponerme unos vaqueros ajustados, una camiseta azul con un estampado de letras, y unas sandalias bajas.

Subí al apartamento de Benjamin, y como siempre, él abrio la puerta al segundo toque.

No nos decíamos buenas noches. Íbamos directo al grano. Benjamin me quitaba la ropa, y yo la suya. En menos de diez minutos ya estábamos completamente desnudos.

Cuando Benjamín estaba apunto de cernirse sobre mi, lo detuve.

-No- le dije empujando mi mano sobre su pecho - No en esta posición-

Me di la vuelta y me incline en el respaldo de la cama, tomando las barras.

-¿Te gusta de esta forma?- pregunta Benjamín con su voz grave -pensé que sólo te gustaba la posición del misionero-

Mi cuerpo estaba anticipando el momento. Estaba impaciente.

No le di una respuesta. Sólo espere paciente para que el hiciera un movimiento.

Puso su manos sobre mis caderas y me atrajo hasta su miembro. No entro con fuerza como siempre lo hace. Esta vez lo hizo lento. Sentía como mi interior se expandia para darle la bienvenida al intruso.

-¿Estas completamente dentro?- le pregunté con ansiedad. Necesitaba que se moviera, en este instante. Mi cuerpo no soportaba más.

-Abre más las piernas- me dijo él con la misma impaciencia con la que yo hable -siento que no hay espacio suficiente dentro de ti-

Salió de mi en espera de que abriera mas las piernas. Cuando sentía su salida, mi cuerpo tembló y tuve que gemir.

Separe más las piernas.

Benjamin no espero que le dijera que estaba lista y me tomo por las caderas con fuerza mientras me impulsaba hacia atrás.

Gemi con el primer movimiento que Benjamín hizo dentro, fue un movimiento decido, con fuerza. Volvió a empujar con fuerza, y está vez mi cabeza golpe el respalda de la cama.

Me sujeta a las barras con fuerza cuando los movimientos de Benjamin se hicieron más prolongados y con más intensidad, tanta, que mi cabeza golpe el marco varias veces.

Era placentero, mi cuerpo combustionaba y estaba en frenesí, pero cuando Bejamin inclinó mi cabeza hacia abajo con su mano y apreto mis cadera con la otra para golpear más fuerte, me sentí humillada.

El león y la ovejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora