Celeste
No puedo creer que papá me este retando de esta forma. Prácticamente me esta diciendo que mi trabajo no es lo suficientemente bueno de una forma implícita. Y lo peor de todo era que nos había puesto en la misma oficina. Se sentía como si estuviéramos dentro de un ring de pelea.
Era una causa perdida, yo lo sabia desde que me di cuenta el propósito de Benjamín dentro de esta empresa. Benjamín era nato en finanzas, mientras que lo mío era todo empírico, cinco años de arduo estudio en la universidad. Pero a papá mi esfuerzo no le parecía suficiente. Nunca fui suficiente para él, y nunca lo seria. Uno, porque nací mujer, y dos, porque no tenia su carácter. Era como sin un león hubiera concebido a una oveja.
-¿Deseas preguntarme algo-
La voz profunda de Benjamín me saca de mis pensamientos.
No me había dado cuenta que lo estaba mirando tan fijamente.
Estos últimos días vivía mas dentro de mi cabeza que afuera. Era como si solo pensara y no existiera.
-No- le respondí con la voz débil.
Encendí mi computadora y me puse a trabajar.
-No pareces feliz con mi presencia-
Claro que no estaba feliz con su presencia. Mi trabajo tendía de un hilo gracias a él, y el se atrevía a recalarme en la cara que no parecía feliz con su presencia. Pero no le digo nada y me quedo callada.
-Los dos tenemos ventajas en esta competencia. Tú por ser hija del dueño de la empresa, y yo por ser mejor en finanzas que tú-
Rio con sarcasmo. Vaya que tipo mas egocéntrico. Pero claro que su personalidad le tenia que ser fiel a su apariencia física. No aparentas ser duro, si no vas a actuar como tal.
-Tanto tú como yo solo somos parte de los activos de una empresa- me atrevo a decir -gana el que genere mas ganancias. Es lo único que importa. Aquí no vale el rango social o el conocimiento, si no quien genera más-
Benjamín deja de escribir en su computadora y me me mira intrigado. Una vez mas me enfrento con ese par de ojos de batalla.
-Así que tanto tú como yo somos iguales. Y tú piensa que soy una amenaza y por eso intentas intimidarme con la mirada-
Arrugo el entrecejo y sonrió divertida. Todo un contraste. Y sus palabras no podrían estar mas erradas. No creo estar intimidándolo. Si de intimidación hablamos, él también gano en ese campo.
-No te estoy intimidando. Solo estoy...-
¿Qué podría decirle? ¿Qué estoy algo fascinada con él y por eso lo miro?
-Atraída- dice un tono nada modesto.
No digo nada, no se porque no lo hago. Dejo la idea en su cabeza sin darle una respuesta certera.
Las puertas de la oficina se abren, y la secretaria de papá entra emocionada con unas carpetas en sus manos. Esta ilusionada con Benjamín. Desde que Benjamín cruzo las puertas de la empresa, todas las mujeres se volvieron hormonales, hasta las casadas.
-Señor Ferrer, le envía el señor Palermo. Son propuestas de los proveedores. Quiere que les realice un estudio de factibilidad-
Mientras Erica le habla a Benjamín, él no aparta su mirada de mi. Yo pretendo no darme cuenta y simulo estar trabajando.
Cuando Erica sale de la oficina contoneando de lado a lado las caderas, Benjamín se acerca a mi escritorio.
Levanto la mirada de mi ordenar.
-Si esta es una competencia, debemos jugarla como tal. Demostremos quien vale mas en la empresa. Si la hija o el experto- me entrega la mitad de las carpetas con los proyectos.
Lo miro con una mirada hostil, el parece estar divirtiéndose a mi costa.
Por lo menos si cuento con orgullo.
Tomo el reto.
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El león y la oveja
RomanceCeleste Palermo ha vivido en la monotonía y la rutina toda su vida, complaciendo a su padre y a su madre en todo lo que le piden. Ella siente que no ha vivido por ella misma. Pero todo cambia cuando su padre contrata a un nuevo asistente de finanzas...