Benjamín
Conocía la desesperación, los momentos de incertidumbre y la ansiedad. Muchas veces me había sucedido cuando una cuenta no me cuadraba, a cuando en la universidad no podía resolver un problema de geometría o de física. Sin embargo para eso había una solución. Podía frustrarme, pero al final del día siempre encontraba la respuesta.
Pero, ¿hay una respuesta para la necesidad?
Hasta ahora no parecía haberla encontrado.
Habían pasado dos semanas, las dos semanas mas largas de mi vida.
Marcos estaba de vacaciones, por lo que nuestras secciones regulares estaban en pausa.
Marcos vendría de Costa Rica esta día. Yo no podía esperar hasta mañana para hablar con él. Necesitaba que me dijera que hacer.
Celeste había renunciado a la empresa. Ya habían pasado dos semanas desde su renuncia. Dos semana en que lo único que hacia era pensar en ella.
No sabia donde estaba, si ya tenia un nuevo trabajo o incluso donde vivía.
Mi desesperación no me permitía concentrarme en el trabajo. Entregaba informes irregulares y cometía fallas. Yo nunca cometía fallas o tenia irregularidades.
Sali de la oficina justo a las cinco y media.
Conduje hasta la casa de Marcos. Él me había dado su dirección por si alguna vez lo necesitaba fuera de las horas de nuestras secciones.
Toque a la puerta. La esposa de Marco fue quien abrió.
-¿Esta Marcos?- le tendí la mano a la esposa de Marcos recordando que tenia que saludar antes de hacer otro tipo de petición -buenas tardes, noches. Realmente no se si para ustedes ya es la tarde o la noche-
La esposa de Marcos no me miro como si estuviera chiflado. Al contrario, me sonríe y me hace pasar a la casa.
La casa de Marcos es pequeña, mucho mas pequeña que la casa en la que me crie. Pero es acogedora, y hay un olor delicioso que sale de la cocina. Huele como a lasaña.
La esposa de Marco lo llama. Este baja minutos después vistiendo casual. Tiene puesta una camiseta azul, unos short deportivos y unas sandalias. Es como conocer a Marcos el tipo regular, y no a Marcos el psicólogo.
-¿Benjamín?- dice sorprendido -¿Que haces aquí?-
Me levanto para saludarlo y darle una apretón de manos, pero Marcos me da un abrazo y luego me da un palmada en la espalda.
-Bueno, tengo que hablar contigo- digo un poco ansioso.
-¿Que sucede?- pregunta preocupado -¿Tuviste una recaída?-
-No- digo con un poco de fastidio.
Mis episodios de trance ya hace mucho que no los tenia.
-¿Entonces que es?- pregunta con intriga.
Antes que se lo digo yo, Marcos adivina.
-Sucedió algo con Celeste- dice con total certeza.
-Creo que la ofendí- suspiro y me llevo las manos al cabello frustrado - le dije que solo me buscaba para que la cogiera, y que luego iba y se busca a otro tipo que le diera lo que yo no le daba. Todo eso de abrazarse, tomarse de la mano y de besarla sin inducir al sexo-
Marcos apoya su espalda recta en el respaldo del sofá, y cruza su piernas. Parece ser que cambio el chip de su cerebro, de tipo regular a psicólogo.
-Si Benjamín, la ofendiste- me lo dice como un regaño -Es muy probable que ella se haya acercado a ti con la intención de solo mantener relaciones sexuales, pero sus intenciones pudieron haber cambiado. ¿Qué te hizo pensar que ella solo te busca por el sexo y no por algo mas?-
-Cuando la vi toda sonriente y cariñosa con ese tipo del ministerio, que llego hacer las auditorias de finanzas. Conmigo nunca rio de esa forma-
-Tú estabas celoso del otro tipo- dice Marcos como llegando a una deducción, que parece ser que lo complace -pero el amor no surge de la noche a la mañana. No es posible que ella se haya enamorado de un tipo que apenas conoce-
-Se conocían de antes. Se contaban historias de cuando eran vecinos y no se que cosas más-
Me levanto del sillón porque la desesperación me gana de nuevo.
-No se donde esta Celeste. Ella renuncio a la empresa. Yo nunca le pregunte donde vivía-
-¿Que piensas decirle si la ves de nuevo?-
Miro fuera de la ventana de la casa de Marcos, mientras pienso en que decirle. Realmente no tengo nada en mente, lo único que se es que quiero verla de nuevo, estar dentro de ella de nuevo, mírala mientras ella se pierde en las películas, mientras baila cuando cocina, también quiero hacerla reír.
-No sé. Solo se que la necesito-
Marcos ríe. Lo miro desconcertado.
<<¿Cómo puede estar riendo en una situación como esta?>>
-Escríbelo. Escribe lo que piensas ahora, la desesperación que sientes. Tienes que descargarlo-
-No quiero escribirlo, quiero verla- lo digo como una exigencia desesperada.
-Primero Benjamín- Marcos se levanta del sillón y va a mi lado -debes saber entender que es lo sientes. Si la ves de nuevo con la misma desesperación de estos momentos, ella puede asustarse. Te ayudara que escribas. Cuando tengas tus ideas más claras, sabrás que le dirás a Celeste cuando la veas-
Aprieto mi cuello frustrado. No quiero escribir, pero es lo que hare. Marcos siempre ha sabido que es lo mejor. Yo soy un desastre de humano en todos los sentidos. Quizá Celeste tenga razón y para lo único que soy bueno es para coger y las finanzas.
Marco me entrega papel y lápiz y comienzo a escribir todo lo que pasa por mi mente.
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El león y la oveja
RomanceCeleste Palermo ha vivido en la monotonía y la rutina toda su vida, complaciendo a su padre y a su madre en todo lo que le piden. Ella siente que no ha vivido por ella misma. Pero todo cambia cuando su padre contrata a un nuevo asistente de finanzas...