Benjamín
Ya no recordaba el número de veces que había visto la película de Chungking Express , pero no parecía aburrirme de ella.
-¿Adonde quieres ir?- repito la frase que la protagonista dice - No importa, donde sea que tú quieras llevarme- repito lo que le responde el protagonista.
Había visto esta película tantas veces, que ya me podía de memoria un par de diálogos.
Me lleve la tercera lata de cerveza a los labios y la vacío por completo.
Estaba apunto de ir por la cuarta lata, cuando escucho el timbre sonar.
Solo esperaba que no fuera la tía Aida, por que de verdad no tenia ánimos de charlar con ella. Aunque lo dudaba, ella ya había venido por su mesada mensual hace poco.
Decidí ignorar a la persona que tocaba al timbre. No me importaba saber quien era.
Tome otra lata de cerveza del refrigerador, y luego regrese al sillón para reproducir de nuevo la película.
El timbre seguía sonando. Lo ignore hasta que escuche su voz.
Casi escupo el contenido de la cerveza frente al televisor. Pero lo retengo y lo trago antes de correr como ciervo asustado hasta la puerta.
Ella estaba allí. Tenia puesto un vestido celeste que se le pegaba a su esbelta figura. Su cabello estaba suelto y parecía que le había crecido un par de centímetros en todos los días que no la había visto.
No sabia si correr y besarla, o esperar que ella lo hiciera.
-¿No querías abrir la puerta?- pregunta ella divertida.
-No- admito - la gente me fastidia en los domingos-
Celeste ríe y ese pequeño hoyuelo cerca de sus labios se dibuja.
Al mierda el recato y la formalidad. Si no la beso ahora voy a desaparecer.
Corro hacia ella y la beso con desesperación y anhelo, ella parece estar riendo contra mi labios. Me detengo y la mira a los ojos.
Sus ojos reflejan ternura y cariño.
Paso su mano por mi mejilla, y yo por inercia, me inclino hacia ella como un perrito en busca de cariño.
-¿Cual es tú olor preferido?- pregunta de la nada.
-Vainilla- respondo sin pensarlo dos veces.
-¿Color preferido?-
-Tú nombre-
Soy como un robot amaestrado por Celeste.
-¿Simplicidad o complejidad?-
-Si es contigo, complejidad-
Celeste ríe y se acerca más a mi. Ella parece brillar mas que antes, sus ojos, sus labios, su rostro completo parece estar iluminado.
-¿Celeste o números?-
La rodeo con mi brazos antes de contestarle.
-Es ilógico que me gusten mas lo números que tú. Los números no son cálidos, los números no besan, los números no me hacen el amor, lo números no eres tú-
Nos volvemos a besar con más frenesí.
Alzo a Celeste para que me rodee con sus piernas.
-Quiero hacerte el amor- le digo a Celeste mirándola directo a los ojos -te necesito Celeste. No solo para tener sexo, me gusta tu compañía. Se que quizá solo soy bueno para el sexo y los números, pero yo puedo...-
Celeste me corta mientras me besa con ternura y me rodeo el cuello con sus brazos.
Llegamos hasta mi cuarto.
Aunque quiero desgarrarle el vestido a Celeste, no lo hago. Le bajo el zíper con delicadeza hasta que el vestido cae a su pies. Recorro mi manos por toda la silueta de Celeste. Mis manos se amoldan a cada curva de ella. Celeste recorre las palmas de su mano por mi pecho, mientras yo me concentro en acariciar su senos. Celeste gime. La beso y luego le quito el sostén. Sus bellos pechos me dan la bienvenida. Sus pezones se tensan al instante en que yo pongo mi boca sobre ellos. Celeste tiene que sujetarse de mis hombros por soporte.
Caemos en la cama.
Celeste termina de quitarme mi pantalón de algodón y de paso mis calzoncillos. Yo bajo sus bragas, hasta dejarla por completo desnuda bajo mi cuerpo.
Estoy apunto de ir por un condón, cuando ella me detiene.
-Comencé a tomar la pastilla- sus mejillas se tornan rojas. Su inocencia siempre me ha excitado.
Abre sus piernas para mi, como una invitación para hacerme saber que esta lista. Esto también me encanta de ella. Se abre para mi sin nada de recato.
Me cierno sobre ella mientras mi miembro comienza a sentir el calor que emana de su entrada.
No estoy dentro de una ella, y ya comienzo a explotar.
Entro lento dentro de ella, dejando que su entrada se acostumbre a mi presencia. La invado por completo mientras ella hunde los talones de sus pies en la cama.
Me muevo dentro de ella mientras ella comienza a gemir mi nombre repetidas veces.
-Me encantas- le hago saber a Celeste.
Llevo una de mi manos hasta su espalda para arquearla un poco.
Celeste gime mi nombre repetidas veces.
Sube su rodilla involuntariamente hasta su mi hombro.
Ahora soy yo quien gime su nombre repetidas veces. Pego mi cara en el arco de su pierna mientras me mezo en ella mas rápido.
Su pecho se mueve arriba y abajo, mientras me mueve en ella. Necesito que sus pechos rocen el mío.
Levanto por completo a Celeste de la cama y la pego a mi pecho. Celeste se sienta sobre mis piernas mientras yo doblo las mías y bombeo dentro de ella. Sus pechos rozan el mío mientras nos abrazamos.
Pegados el uno al otro mientras nos damos placer, nos miramos a los ojos. Los ojos de Celeste me miran con amor, con ternura.
Mientras el orgasmo se comienza a formarse dentro de mi, tomo la cara de Celeste con una de mis manos, mientras que con la otra sostengo su espalda para mantenerla pegada a mi pecho. Ella sube y baja haciéndole el amor a mi cuerpo.
-Eres mi preferencia Celeste- Celeste trata de mantear los ojos abiertos mientras le hablo - no pienso aburrirme de ti, no creo ser capaz de hacerlo-
Me muevo con Celeste una ultima vez, gritando su nombre.
Los dos caemos exhaustos en la cama respirando con dificultad.
Mi cuerpo cubre por completo el de Celeste. La abrazo y ella no reniega a pesar de que yo peso el doble que ella, y que prácticamente la estoy aplastando. Ella responde a mi abrazo, rodeándome el cuello con sus brazos, y mi cintura con sus piernas.
Puedo sentirla en todo mi cuerpo. El latir de su corazón, sus respiración en mi cuello, y el aroma de su cuerpo. Y todo me fascina.
Luego de un largo rato en silencio, Celeste me dice:
-Yo también te amo Benjamín- me da un beso en la coronilla de mi cabeza lleno de tanta ternura, que sonrió como bobo.
Puede que exista cuando hago cálculos, pero vivo cuando estoy con Celeste en todas sus formas.
Si a esto es lo que la gente llama amor, estoy dispuesto a vivir enamorado de Celeste por el resto de mis días.
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El león y la oveja
RomantikCeleste Palermo ha vivido en la monotonía y la rutina toda su vida, complaciendo a su padre y a su madre en todo lo que le piden. Ella siente que no ha vivido por ella misma. Pero todo cambia cuando su padre contrata a un nuevo asistente de finanzas...