Celeste Palermo ha vivido en la monotonía y la rutina toda su vida, complaciendo a su padre y a su madre en todo lo que le piden. Ella siente que no ha vivido por ella misma. Pero todo cambia cuando su padre contrata a un nuevo asistente de finanzas...
Estaba recostada sobre el sillón de Benjamín respirando arrítmicamente gracias a la sesión de sexo salvaje que acabábamos de tener.
Benjamín estaba sobre mi pecho, respirando arrítmicamente también. Podía sentir el latido de su corazón pulsar cerca de ombligo.
-¿Quieres un vaso de ron?- pregunta Benjamín contra mi abdomen.
-Claro-
Benjamín no me sirvió el ron en una copa, sino que me entrego la botella completa.
-¿Bebo desde la botella?- le pregunto extrañada.
-Creo que necesitas la botella entera-
No le rebatí.
Abrí la botella de ron, y le di un largo trago. Le entrego la botella a Benjamín, y él también le da un sorbo a la botella.
Y así, nos la rotamos entre los dos hasta casi dejar la botella vacía.
No se como fue que termine a horcajadas sobre el regazo de Benjamín. El estaba apoyado en el respaldo del sillón, con su cabeza apoyada hacia atrás. Mi cabeza estaba apoyada en su pecho.
La botella de ron había quedado tendida sobre el suelo.
-Tú me usas cuando te sientes triste- dice Benjamín en un tono borracho.
Intento levantar mi cabeza de su pecho, pero siento que pesa una tonelada.
-Tú me haces desaparecer, como un mago. Entras en mi y yo no existo. Existo, pero dentro de ti- mi voz suena como si estuviera a punto de dormirme.
Benjamín ríe con la voz pesada.
-No puedes vivir dentro de mi para siempre. Es raro que tu felicidad sea mi polla-
Esta vez soy yo la ríe a carcajadas. Me rio de lo absurda y realista que es la afirmación de Benjamín.
-A lo que me he reducido- cierro mis ojos y me dejo perder en el olor del cuerpo de Benjamín -a que mi felicidad dependa de tú polla-
Por primera vez desde que hemos tenido sexo, Benjamín me abraza, me rodea con sus brazos y me abraza.
-Eres rara- dice divertido -espero que tú crisis existencial dure el tiempo suficiente para que yo me aburra de ti-
-Y tú eres tan estúpidamente directo-
Me quedo dormida sobre su pecho.
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