Celeste
No puedo creer lo que estoy haciendo, en mi área laboral, con mi papá a metros de mi.
Había perdido la vergüenza, más bien dicho había perdido la cabeza.
- ¿Estas seguro que aquí no van a escucharnos?-
Yo era demasiado escandalosa cuando gemía. No quería a todos mis compañeros de trabajo escucharme mientras gritaba como gata en celo.
-Nadie va escucharnos- me aseguró Benjamín - y de todos modos es la hora del almuerzo. Todos están fuera-
Rogaba porque todos estuvieran fuera. Pero por precaución, tome la toalla para secarse las manos de la barra. La mordería con fuerza cada vez que sintiera que un grito se acercaba.
Benjamín me tomo por las caderas y me sienta en la orilla del lavamanos. Me baja la bragas y las deja a un lado.
-¿Tienes un condón?-
Benjamín saca de su bolsillo trasero un condón.
-¿Me dejas colocarlo?-
Benjamín me mira con esos ojos de lujuria, como siempre lo hace cada vez que quiero intentar algo nuevo en el sexo.
-Claro- dice con las voz grave.
Abre para mí el condón y me lo entrega. Se baja los pantalones y luego los calzoncillos.
Lo miro a los ojos antes de dirigir mi mirada hasta su miembro. Poco a poco le coloco el condón. Benjamín cierra los ojos y gime. Cuando he terminado, abro mi piernas para hacerlo saber que estoy lista. Benjamín se coloca entre mis piernas, me hala un poco más hacia adelante y sube mi falda hasta los muslos.
-¿Podremos hacerlo así?- pregunto dubitativa.
Benjamín no responde mi pregunta con una respuesta. En su lugar, entra en mi con facilidad.
un grito se aproxima, tomo rápidamente la toalla y la muerdo. Benjamín sonríe divertido.
-He pensado en esto...toda la mañana-
Los dos comenzamos a movernos en un solo compas.
- No he podido...- empuja fuerte. Tengo que sostenerme de sus hombros por soporte -trabajar- dice al final de un gemido.
Rodeo la cadera de Benjamín con mi piernas, y él pulsa más fuerte dentro de mi. Arqueo mi espalda debido a la sensación. Benjamín presiona su mano en mi espalda, y comienza a besar mi cuello.
Me muevo con la espalda arqueta dentro de Benjamín.
Se que Benjamín va gemir, fuerte. Por lo que lo atraigo hasta mi cuello, para amortiguar el gemido.
Benjamín coloca una de sus manos en el espejo mientras se mueve dentro de mi con mas determinación.
Gimo su nombre en su oído, mientras las dedos de mis pies se curvan por la sensación.
Aprovecho que el rostro de Benjamín esta cerca de mis labios para llenarlo de besos. Mis gemidos son amortiguados por su labios.
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El león y la oveja
RomanceCeleste Palermo ha vivido en la monotonía y la rutina toda su vida, complaciendo a su padre y a su madre en todo lo que le piden. Ella siente que no ha vivido por ella misma. Pero todo cambia cuando su padre contrata a un nuevo asistente de finanzas...