Celeste
Sabia que Benjamín seria mejor, sabia que de nada serviría que yo estuviera despierta hasta altas horas de la noche terminando un informe detallado de los riesgos de inversión de los proyectos. Papá ni tan siquiera le dio una ojeada a mis propuestas.
Sali de la oficina decepcionada, no porque papá no me diera la oportunidad, si no por mi ingenuidad de creer que papá me elegiría.
Fui directo a la cafetería a servirme una taza de café negro. La necesitaba con urgencia.
Tome una taza de la alacena y me sirve café hasta el tope. Tome un enorme sorbo sin importarme que estuviera caliente. Bajo por mi tráquea tan lentamente que sentí que me estaba ahogando.
No era café lo que estaba necesitando, era algo mas.
Quizá salir a la azotea me daría un poco de claridad mental.
El aire frio del día me despeino el cabello y me hizo sentir escalofríos. Era un día oscuro, de cielo nublado. Parecía que pronto llovería.
Me dejo caer en el piso apoyando mi espalda en un respaldo de adobe.
No había cuidado mi salud física estos últimos meses. Bebía mas café del debido y tomaba poca agua, no dormía las ocho horas reglamentarias, y hacia poco ejercicio físico, no solía desayunar en las mañana y apenas comía algo en la cena. Había bajado de peso, casi cinco libras. No tenia ánimos de salir con mis amigos. Los fines de semana prefería pasarlos en mi apartamento pidiendo comida a domicilio, viendo películas románticas. Apena y socializaba con el mundo exterior, me la pasaba mas encerrada en mis propios pensamientos que viviendo en la realidad. Si a esto se le llamaba ser adulto, quería renunciar a serlo. Era demasiado agotador y deprimente.
Me recuesto en el piso sin importarme que este sucio. Miro el cielo nublado. Es como si reflejara mi estado de animo. No podía ver ni un rayo de sol filtrarse a través de la penumbra.
Podía ser simplemente un mal día, quizá estas etapas de la vida eran necesarias para buscar lo que realmente uno quiere de la vida. Pero era frustrante intentarlo y no encontrar una respuesta, una solución, un motivo para no perder la lucha. Y para agregarle mas capas a mis problemas emocionales, estaba la soledad. Nunca me había sentido mas sola como lo hacia ahora.
Hace tiempo que no había emoción en mi vida, solo existía lo monotonía y la costumbre. Y ni se diga del amor. Hace ya dos años que no tenia un novio formal. El amor también se volvió monótono, una costumbre.
Comienzan a caer diminutas gotas de lluvia. Veo como en el cielo se dibuja un relámpago. Espero por el sonido del trueno, y como ya lo esperaba, el sonido no me causa un susto.
-No seas predecible- me digo a mi misma -no seas como el trueno, que anuncia que vendrá gracias al relámpago-
Las diminutas gotas se vuelven mas grandes y comienzan a empapar mi blusa de algodón color crema.
Me levanto del suelo y entro al edifico.
Me hubiera gustado quedarme bajo la lluvia, pero todo el mundo en la empresa se preguntaría porque diablos estaba toda mojada.
Antes de ir a mi escritorio, voy a la cafetería y me sirvo mi sexta taza de café en el día.
Benjamín esta en su escritorio. Cuando me ve entrar, desvía su mirada del ordenar y mira mi camisa que esta un poco mojada.
Camino hasta mi silla y me siento. Benjamín aun esta mirándome intrigado.
<<No seas como el trueno, predecible>>
-Benjamín, ¿quieres ir a bailar esta noche conmigo?-
Adiós Celeste predecible, hola Celeste intrépida.
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El león y la oveja
RomanceCeleste Palermo ha vivido en la monotonía y la rutina toda su vida, complaciendo a su padre y a su madre en todo lo que le piden. Ella siente que no ha vivido por ella misma. Pero todo cambia cuando su padre contrata a un nuevo asistente de finanzas...