Celeste
Camino hasta la oficina luego de despedir a Fernando en la recepción.
-Celeste- llama Marina a mi nombre -iremos a celebrar el cumpleaños de Rio, ¿quieres venir con nosotros?-
Los demás empleados se comienza acercar a nosotras, en espera de saber cuales son los planes para esta noche.
Benjamín se acerca a nosotros, divagando su mirada solo en mi.
Tendré que declinar la invitación de Marina y los demás. Esta noche tengo que hablar con Benjamín.
Estoy a punto de decirle a Marina que no podre ir, cuando Benjamín habla.
-Olvidaste esto anoche en mi apartamento- Benjamín tiene en sus manos uno de mis pendientes de perla.
Todos abren los ojos sorprendidos mirando a Benjamín. Mis ojos también se abren como los de un búho mientras miro a Benjamín con la misma sorpresa que los demás. El esta impasible, casi retándome con la mirada.
-¿Que diablos?- escucho que susurra Marina en los bajo.
Todos comienzan a murmurar, mientras mis entrañas se anudan en mi estomago y la rabia comienza a brotar.
<<¿Por qué lo hizo? ¿Por qué grito a los cuatro vientos que estábamos teniendo sexo?>>
Los murmullos de los demás comienzan abrumarme. Mis ojos se comienza a llenar de lagrimas.
Paso al lado de Benjamín como un rayo fugaz, golpeado su hombro.
Voy a la oficina por mi cartera para largarme de inmediato de aquí.
Escucho a Benjamín venir tras de mi con pasos decididos.
-¿Porque te molesta tanto que los demás sepan que nos acostamos?-
No le respondo a Benjamín. Nada de lo que diga o haga cambiara el hecho de que acaba de exponerme frente a toda la oficina.
- Vas a mi apartamento cada vez que sientes la necesidad de coger. Me usas y esperas que yo acepte ese hecho-
Sus palabras me llenan de más rabia. Quiero gritarle que se puede ir a la mierda, o si quiere directo al infierno. Pero una vez más, me quedo callada mientras mi garganta se cierra con el nudo que se forma.
-Buscas a otro que te de lo que yo no. Pero te aseguro que para mañana vas a regresar a mi puerta pidiendo que te haga gemir mientras te vienes-
Todo es tan rápido. En un abrir y cerrar de ojos, la palma de mi mano impacta sobre la mejilla de Benjamín con tanta fuerza, que dejara marca. Puedo comenzar a notar la piel blanca de Benjamín comenzar a tornarse roja.
Benjamín me mira con los ojos abiertos de par en par sorprendido. Lleva una de sus manos hasta su mejilla.
Y yo exploto.
-¡ Eres bueno solo para dos cosas maldito estúpido, para coger y las finanzas. Eres un maldito robot mecanizado que no tiene corazón, y ya me canse de ti. Vete a la mierda Benjamín, y busca otra puta a la cual hacer gemir como gata en celo, porque mi vagina ya no esta disponible para tu estúpido pito mecánico!-
No me importa gritarlo, no importo escupir saliva al gritarlo, incluso no me importo que mis compañeros de trabajo estuvieran tras la puerta escuchando. Estoy explotando como volcán. Hace mucho que quería erupcionar, pero no había encontrado la chispa adecuada que me hicieran explotar.
Los ojos de Benjamín se mantiene viles como siempre, pero esta sorprendido. No dice nada, solo me mira mientras mis ojos lanzan llamas. Esta perplejo, por primera vez puedo ver a Benjamín vulnerable. Y me siento bien, me siento bien de haberlo dejado callado.
-Celeste-
Doy un respingo al escuchar la fría voz de mi papá llamar a mi nombre. Lo miro, y solo con una mirada se que esta furioso.
-Ven a mi oficina-
Los demás se hacen a un lado para que papá pueda pasar.
Lagrimas involuntarias comienzan a caer de mi ojos. Las limpio con la manga de mi blusa, y sigo a papá hasta su oficina.
Cuando cierro las puertas de la oficina tras de mi, me doy cuenta de la magnitud del asunto, y de lo inapropiada que fui al gritarle todo eso a Benjamín.
Miro hacia el piso, no puedo ver a papá a los ojos, siento mucha vergüenza.
-¿Me puedes explicar que fue todo eso?-
No se como empezar, no se incluso que decir.
-Lo siento papá, fui imprudente- mi voz es débil y apenada.
-Eso fue mucho mas que imprudente Celeste- doy un respingo cuando papá le da un golpe a su escritorio - eres mi hija y me avergüenzas frente a todos los trabajadores de mi empresa- papá modera el tono de su voz - me decepcionas Celeste, con tus actitudes, con tu desempeño. Y ahora mucho mas- suspira con fastidio mientras me mira gélidamente -¿Cuál crees que es la percepción que tienen todos los trabajadores ahora de ti? ¿crees que mereces respeto con la forma en la que te comportaste?-
Comienzo a sollozar mientras lagrimas espesas caen de mis ojos. Se lo mucho que papá odia que llore.
Las lagrimas no son de campeones, si no de perdedores.
Supongo que siento una vez mas haberlo decepcionado.
-No puedo vivir así- le digo a papá.
Pensé que el volcán se había aminorado, pero aun había lava rezagada que quería salir.
-Nunca voy a complacerte y si sigo intentándolo, voy a terminar por matarme-
Papá me mira con cautela, su ceño fruncido se suaviza.
-No nací para complacerte papá, no nací perfecta y tampoco me parezco a ti en nada. Yo voy aceptarlo papá, no puedo ser un león cuando nací para ser oveja- papá frunce el ceño ante mi analogía -y si tú no puedes aceptarlo, vivaras frustrado para toda tu vida, pero yo no-
Papa desvía su mirada de mis ojos y se cruza de brazos.
-Renuncio. Tendrás mi carta mañana en la mañana-
Papá no dice nada, se queda de brazos cruzados mientras mira a su hija salir tras las puertas de su oficina, liberada de esa cadena imaginaria que la ataba a él.
Entro a la oficina a tomar mi cartera. Benjamín estaba allí sentado mirando su computadora, como si nada hubiera pasado.
Me mira con atención mientras tomo mi cartera.
Me marcho de la oficina sin despedirme.
Al entrar a mi auto, lo enciendo rápidamente. Salgo del parqueo acelerando el pedal hasta estar fuera de la zona de guerra.
Pensé que el momento en que me decidiría a salir de esa oficina, de decirle adiós a la comodidad y a las cadenas de papá, seria un poco mas victorioso, que saldría con la cabeza en alto.
Por ahora estaba decepcionada de mi misma, sentía vergüenza de mi misma.
Esta noche lloraría en mi cama hasta quedarme dormida. Quizá el día siguiente no seria mejor que el anterior. Pero por lo menos ahora lucharía por mi felicidad, sin importarme de complacer a los demás.
Ahora viviría por mi.
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El león y la oveja
RomansaCeleste Palermo ha vivido en la monotonía y la rutina toda su vida, complaciendo a su padre y a su madre en todo lo que le piden. Ella siente que no ha vivido por ella misma. Pero todo cambia cuando su padre contrata a un nuevo asistente de finanzas...