18. El collar

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"Cuando el amor es feliz lleva al alma a la dulzura y a la bondad".

Víctor Hugo.

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—Estoy a solamente una tarea para poder pasar economía. Pásamela.

—¿Disculpa? Estamos a una tarea de pasar economía, Demir. Yo siempre te paso las tareas. Gracias a mí, vas a poder terminar la escuela —sonríe de un lado con las cejas arqueadas.

—Mentira, he hecho varias tareas yo solo. Así que no tienes tantos créditos. A propósito, te traje un café —el chico le extiende el vaso y Dakota lo acepta.

Ha pasado un mes, exactamente un mes desde que Dakota ya no está con Lucas. En todas estas semanas Lucas ha intentado buscar a la joven, pero ella lo rechaza siempre. En ocasiones la espera afuera de la escuela o a unas cuadras de su casa.

No quiere saber absolutamente nada del señor Wes. En todo este tiempo pudo estar con ella misma, hablar con ella misma. Quería reírse, jugar, conocer gente nueva, estar con gente nueva. Algo que al parecer a Lucas no le agradaba tanto.

No era quién para decirle con quien iba a hablar o no. Es humana, tiene derechos, nadie iba a mandar en su vida más que ella, no es la propiedad de nadie.

El joven Demir se ha hecho un gran amigo de la señorita, en todas las clases están juntos, salen a caminar juntos, traban en el mismo lugar. Se han hecho grandes amigos inseparables.

—¿Cómo te encuentras, pastelito?

—Estoy bien, pero algo de sueño. ¿Por qué?

—Siempre que vez a aquel tipo te pones algo rara. En verdad lo lamento si por mi culpa terminaron, nunca fue mi intención, solo que no me gustó su actitud posesiva hacia ti.

—Nada fue tu culpa, Demir. Lo decidí yo, no podía estar con una persona que se creía mi dueño. Me siento mejor sola. Desde la última vez no me ha vuelto a molestar, al parecer ya se cansó de estar rogando —le da un sorbo a su café.

—Pues que bueno, me alegro de que ya lo haya entendido. Nunca me cayó bien ese imbécil prepotente.

El timbre para regresar a las aulas ya había sonado, rápidamente todos los alumnos regresan a sus salones.

🥀

Las clases ya habían terminado y la señorita Jenner iba de camino hacia su casa. Pudo notar que un auto negro la estaba siguiendo lentamente.

Sin llamar tanto la atención toma una piedra del jardín de la calle y la avienta al auto, rápidamente se para y la puerta del piloto se abre.

Dakota ya empezaba a asustarse.

De nuevo toma una piedra, pero ahora más grande, ya que, si iba a morir, lo iba a hacer peleando hasta el último aliento.

—¿Will?

—Me alegra verla, señorita —se acerca hacía donde está la chica.

—Casi te mato, Will. Lo siento.

—Descuide —sonríe. Will es una persona muy linda tanto por dentro y por fuera. No se podía negar que también es muy guapo.

—¿Qué haces aquí? Te mandó Lucas, supongo —él asiente —. Dile a tu patrón que ya estoy cansada de que me siga buscando, ya no quiero saber nada de él. Y si no obedece tendré que ponerle una orden de restricción —hace una pausa —. Me encantó conocerte, Will. Hasta luego.

Pasiones Prohibidas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora